Un director de éxito deja Hollywood harto de cine banal y deseoso de hacer cine que muestre la vida real. Para inspirarse viaja de incógnito.
Esta divertida road movie de Sturges, uno de los grandes de la comedia americana, tiene un sentido de la anticipación realmente asombroso: lo que cuenta se hizo realidad y hoy, tiene una vigencia absoluta.
El retrato de la industria del cine que hace en esta energética cinta, estrenada en 1941, sigue siendo uno de los mejores y, desde luego, el más divertido. Llama la atención la habilidad del realizador de Chicago para mezclar géneros (comedia, documental, romance, aventura, drama) y ponerlos al servicio de un relato en gran medida autobiográfico que tiene mucho de desahogo. Otro se crisparía y haría un panfleto pero Sturges es un genio y lo que le sale es una película asombrosa. La pareja protagonista funciona a las mil maravillas, en una cinta gamberra que sabe ponerse tierna y apiadarse de la América deprimida.
Evidentemente, Sturges es el director de cabecera de los hermanos Coen, que le hicieron un expreso homenaje titulando una de sus películas (O Brother!) con el nombre de esa cinta social y comprometida que quiere hacer Sullivan. Las interpretaciones de Joel McCrea y Veronica Lake es un asombroso ejemplo de compenetración entre dos actores. Su primer encuentro en la cafetería es casi obligado para entender qué es la dirección de actores.
