Mary es una niña entristecida por tener que pasar la Nochebuena sin sus padres, que tienen un compromiso social. Ella se refugia en los juguetes que su tío Albert le regala, para zambullirse en un deslumbrante mundo de onirismo e imaginación. Esta es la síntesis argumental de la adaptación cinematográfica en 3D estereoscópico de uno de los cuentos más populares de la Navidad, El cascanueces. Esta versión propone unos sorprendentes cambios en el libreto haciendo posible una lectura más contemporánea. Por ejemplo, el tío Drosselmeyer es sustituido por Albert Einstein, que parlotea sobre la relatividad; los ratones malvados son trasunto de los nazis y Sigmund Freud también cuenta con su pequeño papel.
La película de Konchalovski es deslumbrante en lo visual, pero muy confusa en su montaje, que lleva el guión por abruptos zigzagueos y elipsis poco claras para el espectador infantil. También es excesiva en su metraje y discutible en su formato estereoscópico, seguramente innecesario.
La puesta en escena de la película es creativa y opta por un cóctel retrofuturista en el que reconocemos a Peter Pan, al Mago de Oz, Crónicas de Narnia y un sinfín de referentes lliterarios y cinematográficos infantiles. La película es muy clásica en sus propuestas de fondo: el descubrimiento de una misión, la conciencia de pertenencia y de lealtad, el triunfo del bien, y sobre todo la necesidad de maduración.