Lo reconozco: estoy a pocos pasos de convertirme en fan de Noah Baumbach. Margot y la boda me resultó corrientita pero me sorprendió para bien –a pesar de su histerismo– Frances Ha; descubrí muchas cosas interesantes en Mientras seamos jóvenes, y Mistress America ha terminado por convencerme.
Antes de que alguno levante la mano para protestar pongo los peros yo misma. Es cierto que Baumbach vuelve a contar la misma historia –la insatisfacción de una generación que tiene sueños pero no voluntad para llevarlos a cabo– y, sobre todo, Greta Gerwing repite idéntico personaje al de Frances Ha sin aportar apenas nada nuevo.
Una vez aclarados estos puntos grises, hay que decir que Mistress America –la sencilla historia de dos herma-nastras de 18 y 30 años que acaban de conocerse– es una película muy bien escrita, una cinta inteligentemente ocurrente, una de esas comedias que tienen gracia porque saben reírse de sí mismas. Baumbach se ríe de su generación, de su exceso de hiperconectividad, de su afán por recolectar likes, de la imperiosa necesidad de resultar cool por encima de cualquier otra cosa. Y al mismo tiempo, Baumbach sabe ser tierno para mirar con indulgencia a toda una galería de personajes que precisamente son todo menos cool. Por Mistress America desfilan personajes con todo tipo de complejos que hacen lo posible por disimularlos, y al final la conclusión es idéntica: el valor de una persona es ser ella misma, con todos sus límites. Por eso las películas de Baumbach –a pesar de sus seres “tocados” y casi hundidos– son películas que derrochan optimismo.
Para ponerle un lazo a este optimismo, la película cuenta con una banda sonora de esas de tararaear desde la butaca y con una jovencísima actriz –Lola Kirke– que llegará lejos.
Ana Sánchez de la Nieta
@AnaSanchezNieta
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