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¿Quieres triunfar? El consejo explosivo de Oprah Winfrey

publicado
DURACIÓN LECTURA: 5min.

El consejo de Oprah Winfrey a una adolescente, a quien recomienda seguir los dictados de su corazón para ser ella misma, toca un nervio sensible de la sociedad actual: el deseo de vivir la propia vida de un modo original y auténtico. Pero apelar a los sentimientos como única guía en esa búsqueda es una mala brújula, sobre todo en una etapa de la vida donde los jóvenes necesitan aprender a pensar y forjar el carácter.

Con motivo del estreno de Un pliegue en el tiempo, una joven de 14 años pidió a la popular presentadora y actriz –protagonista de la película– un consejo para aquellas chicas que quieren mejorar el mundo. Y Oprah respondió: “El mayor honor que tendrás en la tierra será el de ser tú misma. (…) La gente cree que su trabajo es levantarse cada mañana, salir y ganar dinero, cuidar a su familia y esas cosas. Pero esta es tu obligación. Tu verdadero trabajo como ser humano es descubrir quién eres y por qué estás aquí”.

“Cada uno de nosotros tiene una guía interna, un GPS, una intuición, un sello personal, una canción del corazón que nos habla. Y tu único trabajo es ser capaz de escucharla y de discernir cuándo habla aquella y cuándo hablan tu cabeza y tu personalidad. Si sigues eso, serás guiado al mayor bien para ti. Siempre”.

No es la primera vez que Oprah recomienda esta fórmula. Sus frases de motivación son un clásico en Pinterest: “La mayor aventura que puedes emprender es vivir la vida de tus sueños”. “La pasión es energía. Siente el poder que procede de centrarte en lo que te entusiasma”. E incluso ha bromeado sobre lo bien que le ha ido esta receta: “No tenía ni idea de que llegar a ser yo misma me fuera a hacer tan rica”.

Un cometido exigente

Es muy deseable que cada cual llegue a ser la mejor versión de sí mismo. De hecho, como explica Aurelio Arteta en Tantos tontos tópicos, la frase “sé tú mismo” puede verse como una exigencia ética que insta a buscar “esa posibilidad mejor que aún nos aguarda”. Justo lo contrario de lo que se entiende hoy día: una excusa para la autocomplacencia en la propia forma de ser y de pensar, “como quien nada tuviera que aprender de los otros y todo lo necesario para su perfección lo llevara consigo”.

Algo de ese subjetivismo hay en la recomendación de Oprah: parece que lo único que cuenta es la “guía interna”, el GPS de cada cual. Y que lo que hace valioso un estilo de vida es su sello personal. Nadie tiene derecho a juzgar si hay conductas mejores que otras –dice la interpretación habitual del “sé tú mismo”–, pues el hecho de que sea mi elección es lo que legitima su valor y lo que lo sustrae de toda crítica. Por esta vía, entramos de lleno en el relativismo.

“El sentimiento no es suficiente para adoptar una decisión informada sobre la bondad o maldad de una acción” (Georgi Boorman)

Por fortuna, la metáfora del GPS de Oprah ofrece una salida digna al embrollo. Como observa Georgi Boorman en The Federalist, un GPS determina la posición de la gente sirviéndose precisamente de referencias externas al sujeto –los satélites–. “Necesita datos objetivos de arriba para descubrir [la ubicación]. Si Oprah fuera fiel a su analogía, nos animaría a volvernos hacia las verdades objetivas y externas, no a nuestros corazones”.

Lo de Boorman no es una ocurrencia feliz. El filósofo Charles Taylor ofrece una interpretación no relativista del ideal de la autenticidad, al explicar que la fidelidad a la propia originalidad no excluye las referencias que están fuera del yo, como “la historia, o las exigencias de la naturaleza, o las necesidades de mi prójimo humano, o los deberes del ciudadano, o la llamada de Dios”. De hecho, las presupone. Pues si todas las opciones valen lo mismo, “la idea misma de autoelección cae en la trivialidad”. La autoelección “tiene sentido solo porque ciertas cuestiones son más significativas que otras” y porque su valor no depende de lo que yo determine; está “más allá de la elección de uno mismo”.

Para ser justos, hay que decir que entre las frases que se atribuyen a Oprah hay algunas que amplían su visión de la autenticidad con esas referencias externas. “He llegado a creer que cada uno de nosotros tiene una llamada personal que es tan única como una huella dactilar. Y que la mejor manera de triunfar es descubrir lo que amas, y ofrecérselo a otros en forma de servicio, trabajando mucho, y dejando que la energía del universo te guíe”. Sin embargo, leídos en conjunto, sus mensajes resultan tan vaporosos que es difícil saber a qué atenerse: “Transforma tus heridas en sabiduría”. Pero ¿qué debemos entender por sabiduría? “Sigue tus instintos. Ahí es donde la verdadera sabiduría se manifiesta”.

Más allá del “yo lo siento así”

Quizá lo más desatinado del consejo de Oprah Winfrey es que anima a descubrir y cultivar la propia originalidad apelando al corazón como única guía, una recomendación explosiva en cualquier etapa de la vida. Pero especialmente desacertado para quienes se preparan a entrar en la madurez.

Oprah habla a los jóvenes de “una canción del corazón”. Pero este corazón no tiene nada que ver con la voz de la conciencia: “Solo es sinónimo de sentimientos”, apunta Boorman. “El sentimiento no es suficiente para adoptar una decisión informada sobre la bondad o maldad de una acción. Y, desde luego, no debería ser el factor determinante en las decisiones cruciales de la vida”.

La estrella televisiva –añade Boorman– no solo pide a los jóvenes que escuchen las vibraciones de su corazón, sino que las anteponga a cualquier otra consideración. “Básicamente, está diciendo a esta chica que sienta en vez de que piense”.

Si de algo andan sobrados los jóvenes de hoy es precisamente de consejos de este tipo. Así lo puso de relieve hace unos años el estudio Lost in Transition, que analizaba cómo argumentan los jóvenes estadounidenses en el terreno moral. Una de sus conclusiones es que se han acostumbrado a pensar la ética en función de sus sentimientos, en lugar de elaborar sus posiciones a partir de principios objetivos. Y, como tampoco están acostumbrados a leer ni a razonar sobre cuestiones éticas, carecen de las nociones básicas para tomar decisiones que vayan más allá del “yo lo siento así”.

En un momento en que lo afectivo goza de un prestigio desproporcionado sobre lo racional, los influencers como Oprah orientarían mejor a los jóvenes ayudándoles a equilibrar la balanza.

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