La gran afluencia de emigrantes y refugiados, musulmanes en su mayoría, parece superar la capacidad o la generosidad de Europa para acogerlos. Los países nórdicos, que han recibido el número proporcionalmente más alto, son un caso digno de atención, tanto por sus logros como por sus dificultades. También porque no basta integrar aparentemente a los recién llegados: la generación siguiente puede radicalizarse y nutrir las filas de la “yihad”. La segunda parte de este análisis muestra experimentos para afrontar este
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