La homosexualidad, impopular en Uganda

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Kampala. Contra la corriente dominante en Occidente, pero a favor de la que impera en África, el Parlamento de Uganda debate un proyecto de ley contra la homosexualidad que incluye severas penas. La más dura, hasta de muerte, se reserva para el nuevo tipo penal, propuesto en el borrador, de “homosexualidad con agravante”, o sea la practicada con un menor de edad o un minusválido, o con intención de transmitir el virus del sida. Hacer apología de la homosexualidad o no denunciar actos homosexuales serían castigados con multa o prisión.

Este fue uno de los principales temas de debate en unas recientes jornadas de estudio celebradas en Entebbe, a la que asistieron líderes católicos, anglicanos, adventistas y musulmanes. Los doscientos participantes recibieron sendos ejemplares del proyecto de ley, y todos aseguraron que lo explicarían a sus fieles. Así es como piensan la mayoría de los ugandeses.

Críticas desde el extranjero

El proyecto y la postura favorable de la gente en este país han causado revuelo en el extranjero. En la cumbre de la Commonwealth que tuvo lugar en Puerto España, la capital de Trinidad y Tobago, el pasado noviembre, el presidente ugandés fue objeto de presiones por parte de los primeros ministros de Canadá y Gran Bretaña. También han manifestado su disconformidad Estados Unidos y Suecia, esta en términos muy enérgicos, con amenaza de retirar la ayuda al desarrollo.

En cambio, ni un murmullo de desaprobación ha llegado del resto de África, sea porque los otros países del continente no quieren injerirse en los asuntos internos ugandeses, sea porque están de acuerdo con el proyecto, o por ambas cosas. Ningún Estado miembro de la Unión Africana se ha pronunciado hasta ahora; tampoco la más liberal Sudáfrica, que -caso raro en el continente- despenalizó los actos homosexuales.

Los medios internacionales califican el proyecto de draconiano, irracional y atrozmente cruel. Por su parte, el promotor del proyecto, David Bahati, en una entrevista para la BBC señaló que la ley propuesta está pensada como medida disuasoria contra lo que en Uganda, como en la mayor parte de África, es una aberración.

Tiene algo de paradójico que esta polémica, en que unos presentan a los africanos negros como intolerantes y reaccionarios, y por ende atrasados y llenos de prejuicios, frente a las ideas modernas del Occidente progresista, se dé en Uganda. Pues aquí, hace 130 años, 22 católicos y algunos anglicanos sufrieron martirio precisamente por no acceder a los deseos homosexuales del rey, que había aprendido tales prácticas de mercaderes árabes que traficaban con esclavos y marfil.

Según el movimiento gay, en Uganda hay medio millón de homosexuales, número muy repetido pero inverosímil. Entre 30 millones de habitantes, la mitad menores de 15 años, eso haría más del 3% de homosexuales en la población adulta. Pero si la homosexualidad es tan reprobada en la sociedad -como en efecto lo es- y los homosexuales tienen miedo de darse a conocer como tales, ¿de dónde sacan los activistas esa cifra?

Rechazo cultural

Y ¿por qué está tan mal vista la homosexualidad en estas tierras? Porque es estéril, y la esterilidad se considera un signo de disfavor divino. Y cuando la esterilidad procede de causas no naturales, como en las relaciones homosexuales, se la equipara a la blasfemia, por sofocar la acción creadora de Dios. Esto es algo difícil de entender para el Occidente “poscristiano”, aunque no más que para los africanos lo es el relajado modo de vivir de muchos occidentales.

Si se prueba el proyecto, ya sea en su versión actual o en otra rebajada, no por eso Uganda se convertirá en un Estado policial. No habrá agentes del gobierno espiando en los bares o en las paradas de taxi. Las personas de inclinaciones homosexuales conocidas serán dejadas en paz, al menos en las ciudades. En los pueblos remotos será distinto. Allí serán señalados como corruptores, y les darán el trato que acostumbran las gentes del campo. Los ugandeses son amigables y acogedores, y así son conocidos entre sus vecinos. Pero su actitud de apertura y “vive y deja vivir” no admite todo: hay límites que no se debe traspasar.

Por ejemplo, ¿por qué los ugandeses suelen reaccionar tan enérgicamente contra las manifestaciones del orgullo gay? Porque para ellos es como salir a la calle a gritar a favor de la impotencia masculina, la esterilidad femenina o el ateísmo. Lo mismo vale para el resto de África. En octubre y noviembre pasados, el principal diario de Nairobi comenzó a publicar artículos a favor del matrimonio gay. Muchos kenianos manifestaron su desacuerdo dejando de comprar el periódico. En el proyecto de nueva Constitución de Kenia ya se ha incluido un artículo que define el matrimonio como una unión que solo se puede dar entre personas de distintos sexos.

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