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Por qué el hambre vuelve a amenazar a Etiopía

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Etiopía, donde en 1984-85 murieron un millón de personas en una trágica hambruna, vuelve a padecer penuria de alimentos. Desde que cayó el régimen comunista de Mengistu en 1991, el país fue mejorando su producción agrícola hasta acercarse a la autosuficiencia. Pero tres años de sequía lo han puesto de nuevo en situación crítica, y la guerra con Eritrea agrava las dificultades. La ONU ha hecho un llamamiento urgente a la comunidad internacional.

¿Por qué el hambre vuelve a azotar Etiopía? Por sí sola, una sequía no tiene por qué causar hambruna. La de 1984 se produjo, sobre todo, a causa de la guerra civil. El fin de la dictadura marxista de Mengistu reveló también que la mala política había perjudicado la producción agrícola. Cuando cayó Mengistu, el nuevo gobierno empezó a hacer inversiones en agricultura y permitió a los campesinos vender sus cosechas en el libre mercado. En consecuencia, de 1991 a 1998, el país duplicó su producción (ver servicio 87/98). El exceso de lluvias en 1997 mermó mucho las cosechas, pero no provocó hambre, porque se importaron a tiempo los alimentos necesarios -con ayuda internacional-, y tampoco impidió que la economía del país creciera un 5% ese año. Antes, los años de malas lluvias hacían que el PIB etíope se redujera en un 6-7%.

De todos modos, la agricultura etíope ha seguido siendo demasiado dependiente de la climatología. Además, la falta de infraestructuras todavía dificulta la distribución de los alimentos en condiciones normales, y más aún durante situaciones de crisis. Según cálculos de hace años, el 80% de los campesinos etíopes viven al menos a medio día de camino de la carretera más próxima (ver servicio 52/94).

Ahora, vuelve a ser la guerra lo que se añade a la sequía y a las deficiencias estructurales para causar la carestía. Es improbable que se repita una hambruna como la de 1984, gracias a los sistemas de prevención implantados después. De hecho, la señal de alarma ya se dio hace un año. Pero la Unión Europea y los demás donantes no llegaron a enviar todos los suministros prometidos al suspender la ayuda a Etiopía por razón de la guerra con Eritrea. De ahí que las reservas de alimentos en Etiopía hayan quedado al nivel más bajo desde 1984. El conflicto, además, dificulta el transporte de los alimentos que se ha empezado a enviar. No se puede utilizar los puertos eritreos, desde donde se podría llevar los cargamentos por ferrocarril, y hay que emplear el de Yibuti y el de Berbera (Somalia), de menor capacidad y conectados con Etiopía solo por carretera.

Según un reciente informe de la FAO, las necesidades inmediatas de ayuda eran de 650.000 toneladas de alimentos a finales del año pasado. Ahora Etiopía pide 821.000 toneladas, y la Unión Europea, Estados Unidos y los demás donantes han prometido enviar 900.000 toneladas a lo largo de este año. Esas ayudas evitarán la hambruna, pero llegan ya demasiado tarde para salvar a los más afectados de desnutrición.

La FAO calcula que hay 8 millones de personas amenazadas por el hambre en la zona más castigada por la sequía, el Ogadén etíope, y otros 4,7 millones en los países vecinos (Eritrea, Somalia, Kenia, Tanzania y Uganda). El informe señala otras regiones africanas con problemas alimentarios: unas, por las recientes inundaciones (Mozambique y Madagascar); otras, por conflictos bélicos (Sudán, Sierra Leona, Liberia, Congo).

África nunca tendrá mejor clima y suelo menos pobre. Pero, según el premio Nobel Norman Borlaug, podría dejar de padecer escaseces de alimentos si disfrutara de paz, si la agricultura se desarrollara mediante el empleo de fertilizantes y maquinaria, y si tuviera infraestructuras de transporte (ver servicio 140/97).

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