Nuevas variedades de arroz para tierras de secano

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El arroz es el alimento base de media humanidad. Aporta casi la mitad de las calorías necesarias a más de 3.000 millones de asiáticos y un tercio a buena parte de los habitantes de África y Latinoamérica. Pero la población crece, por lo que será preciso que aumenten también las cosechas. Para lograrlo se está ensayando nuevas variedades y técnicas de cultivo, como recientemente han explicado los especialistas del Centro de Cooperación Internacional en Investigación Agronómica para el Desarrollo (CIRAD).

El CIRAD expuso la situación en una de las sesiones del Salón Internacional de la Agricultura, celebrado en París del 23 de febrero al 3 de marzo. En la actualidad el mundo produce unos 585 millones de toneladas anuales de arroz. Para satisfacer las necesidades de la creciente población habrá que aumentar las cosechas un 30% en los próximos veinte años. Pero, tras la «revolución verde» que libró del hambre a Asia hace tres decenios, los rendimientos se han estancado. En el continente asiático, que proporciona más del 90% de la producción mundial, las cosechas crecen solo el 1% anual. Las causas, según el CIRAD, son que la urbanización impide ganar superficie cultivable, que no hay bastante mano de obra agrícola y que los regadíos sufren la competencia de la industria y los hogares por el agua.

Para aumentar la productividad se ha probado a implantar en el Tercer Mundo los métodos de cultivo intensivos. Ha salido mal: el sistema no es adecuado a las condiciones de esos países, y ha causado empobrecimiento del suelo y contaminación del agua. La solución solo puede venir de nuevas técnicas de cultivo y variedades vegetales que den mayor rendimiento con menos agua. Eso es lo que se está consiguiendo.

Un método es mejorar las especies de secano, que actualmente ocupan no más del 13% de los arrozales del mundo, pero son las predominantes en África y Latinoamérica. Ya se ha experimentado con éxito una nueva variedad para el occidente africano (ver servicio 63/01). Otras, de las que informó el CIRAD en París, permitirán extender los cultivos a regiones más altas y frías, no aptas para los arroces conocidos. Estas últimas especies, obtenidas mediante cruces, han dado buenos resultados en las altiplanicies de Madagascar y se han empezado a probar en las zonas montañosas de Yunnan (China) y en los Andes colombianos.

También se han desarrollado variedades de secano para cultivar en tierras con cobertura vegetal permanente. Esta forma de cultivo, que ahorra el trabajo de arar y evita la erosión del terreno, se ha adoptado con éxito en el Mato Grosso, donde ha resultado en un fuerte incremento de las cosechas: de 1,2 toneladas por hectárea se ha pasado a 4-6 toneladas. Se ha empezado a experimentar el mismo método en Guinea, Laos, Madagascar y Vietnam.

El CIRAD tiene otros proyectos en sus laboratorios. Intenta obtener nuevas variedades resistentes a la piriculariosis, la principal plaga del arroz, mediante el método tradicional de cruces y selección. No descarta la ingeniería genética, aunque de momento no le dedica más que una pequeña parte de sus esfuerzos. Pero la investigación en transgénicos recibirá un impulso dentro de poco: este año o el próximo se terminará de descifrar el genoma completo del arroz, lo que permitirá localizar los genes de interés agronómico para usarlos en nuevas variedades.

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