Estados Unidos, líder también en horas de trabajo

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La jornada laboral de los trabajadores estadounidenses es la más larga de todos los países industrializados, según un estudio publicado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT). El estudio, titulado Indicadores Claves del Mercado de Trabajo, examina 18 magnitudes, entre las que se incluyen productividad laboral, costos laborales, desempleo, subempleo y horas trabajadas.

Los norteamericanos trabajaron 1.966 horas por persona en 1997, casi dos semanas más que los japoneses, que ocupan el segundo lugar con 1.889 horas por persona en 1995. Además, hay que destacar que los estadounidenses han aumentado un 4% el número de horas de trabajo respecto a 1980, tendencia que es contraria a la de los demás países industrializados, donde en los últimos años la jornada laboral ha disminuido o se ha mantenido estable. Las cifras de estadounidenses y japoneses chocan especialmente con las de los países escandinavos, como Noruega y Suecia, con 1.399 y 1.552 horas, respectivamente (1995). En el otro extremo están los países de Asia del Este (Hong Kong, China, Bangladesh, Sri Lanka, Malasia, Singapur, Tailandia), que alcanzaban entre 2.200 y 2.300 horas por persona un año antes de la crisis financiera.

Sin embargo, las diferencias en el número de horas no se corresponden con distancias comparables en la productividad. Según Lawrence Jeff Johnson, director del estudio, «la carrera de la productividad es como un interminable maratón en el que el trabajador estadounidense todavía marcha en cabeza, pero con un significativo número de competidores -en particular Japón, Corea del Sur y los principales países europeos- que están acelerando para dar alcance al estadounidense».

La productividad se obtiene dividiendo el PIB de un país por el número de trabajadores empleados. Aunque no tiene en cuenta otros factores, como la disponibilidad de tecnología y de capital, es un indicador fiable de la eficiencia del trabajador en relación con el desarrollo económico en conjunto.

Los resultados del informe muestran que la productividad ha ido creciendo a un ritmo más alto en Europa occidental que en EE.UU., con una diferencia de 22 puntos porcentuales. En Asia (excluido Japón) la productividad ha subido aún más: entre 1980 y 1997 fue dos puntos mayor en porcentaje que en los países desarrollados, y la diferencia con respecto a Estados Unidos se redujo en casi 5 puntos.

Por otro lado, los indicadores reflejan la existencia de unas tasas de paro relativamente altas en todo el mundo. En la mitad de los países estudiados se superaba el 7% entre 1996 y 1997. El desempleo sigue siendo mayor entre las mujeres que entre los hombres, salvo en el África subsahariana, donde sucede a la inversa.

Por lo que se refiere a los salarios, la evolución ha sido diversa. En la mayoría de los países europeos han ascendido de modo regular; en las economías en transición se han mantenido o han disminuido. En Asia, mientras que en el este y el sudeste ascendieron a buen ritmo hasta la crisis, en el centro y sur disminuyeron durante el mismo periodo. Latinoamérica registró diversas tendencias, mientras que en el África subsahariana la evolución ha sido a la baja.

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