El Banco de los pobres, en apuros

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El Grameen Bank (Banco Rural), de Bangladesh, pionero en la concesión de microcréditos a pobres, está atravesando un mal momento a consecuencia de las riadas del pasado mes de agosto, que inundaron dos terceras partes del país. Las pérdidas han provocado que más de la mitad de los prestatarios con que cuenta el banco sean incapaces de devolver los créditos.

El banco ha sido la salvación para dos generaciones de bengalíes pobres. Su fundador, Mohammed Yunus, profesor de economía, pensó que habría que capacitar a los pobres para que fueran protagonistas de su propio desarrollo, porque mientras quedaran fuera de la economía se perpetuaría la pobreza. Convencido de que «el acceso al crédito es un derecho humano», Yunus fundó en 1976 el Grameen Bank y empezó a prestar pequeñas cantidades a campesinos pobres (el importe medio actual de los préstamos es de 100 dólares).

La gente utiliza el dinero para comprar ganado, semillas, herramientas o materia prima para su actividad artesanal. Los campesinos pagan entre el 16 y el 20% de interés, y el banco tiene beneficios, ya que la tasa de reembolso se situaba hasta ahora en el 98%. El sistema ha tenido tanto éxito que ya se ha copiado en más de cincuenta países.

Sin embargo, según informa Newsweek (16-XI-98), las pérdidas de cosechas y ganado provocadas por las últimas inundaciones han puesto en aprietos al Grameen, que trata ahora de conseguir 100 millones de dólares del Banco Mundial para ayudar a sus clientes. «Si nuestros clientes se arruinan, nosotros nos arruinamos con ellos. La gente no puede devolver los créditos si desaparecen sus fuentes de ingresos», afirmó Yunus.

En sus dos décadas de andadura, el Grameen Bank ha concedido microcréditos por valor de 2.500 millones de dólares a casi dos millones y medio de personas (el 94% son mujeres: ver servicio 66/98). A falta de garantías, que los pobres no pueden ofrecer, el sistema del banco se basa en la presión social y en incentivos económicos. En cada pueblo se forman grupos de cinco personas que aceptan colectivamente la responsabilidad de devolver los préstamos otorgados a los distintos miembros del grupo y se ocupan de la supervisión. La disciplina en el reembolso de los préstamos se estimula también con una serie de incentivos económicos, como la posibilidad de obtener préstamos escalonados, o la rebaja de los tipos de interés cuando se ha devuelto ya un préstamo anterior.

Una tercera parte de los clientes ha rebasado el umbral oficial de la pobreza y otro tercio está cerca de lograrlo (ver servicio 40/97). Y es que el espíritu de superación parece ser uno de los principios del ideario del banco. La clientela lo agradece: «Estamos seguros de que el banco conseguirá el dinero que necesitamos».

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