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EE.UU. y la UE se declaran dispuestos a negociar la reducción de subsidios agrícolas

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Por fin parece que se mueve el asunto de los subsidios a los productos agrícolas de los países ricos, que en septiembre pasado hizo fracasar la última conferencia ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en Cancún (ver servicio 115/03). La UE ha ofrecido eliminar las subvenciones a la exportación, lo que ha movido a Estados Unidos a dar la réplica. Poco antes, la OMC dio la razón a Brasil, que había demandado a Estados Unidos por las elevadas ayudas a los cultivadores de algodón.

La oferta de la UE, comunicada en una carta del comisario de Comercio Exterior, Pascal Lamy, a todos los miembros de la OMC, puede desbloquear la ronda de Doha, que pretende alcanzar nuevos acuerdos de liberalización. El plazo pactado, finales de 2004, parecía imposible de cumplir tras el atasco de Cancún. Allí los países en desarrollo (PED) exigieron por lo menos una fuerte reducción de los subsidios a la agricultura de las naciones ricas, que suman unos 300.000 millones de dólares anuales. Pero la UE, responsable de la sexta parte, reclamaba a cambio un sustancial desarme arancelario de los PED, a lo que estos no accedieron. Y Estados Unidos no quería mover ficha si la UE no bajaba sus subsidios.

La carta de Lamy dice que la UE está dispuesta a eliminar por completo las subvenciones a la exportación (2.800 millones de euros en 2003) y negociar un recorte de los subsidios a los productores (38.100 millones de euros anuales para el periodo 2000-2006), con excepciones para algunas «áreas sensibles» (azúcar, lácteos, carne). Además, la UE ya no condicionará estas concesiones a que los PED rebajen sus aranceles; solo pide una respuesta paralela de los otros países ricos.

La primera propuesta puede ser un buen principio, pues las ayudas a la exportación perjudican muy directamente a los PED: hacen bajar los precios en el mercado internacional y dan una ventaja competitiva artificial a los agricultores europeos. De hecho, Estados Unidos ha acogido bien el cambio de la UE y ha anunciado que pondrá sobre la mesa un plan paralelo para sus propios subsidios.

La que no está de acuerdo es Francia, la primera receptora neta de subsidios agrícolas en la UE, con unos 9.000 millones de euros anuales. El ministro de Agricultura francés ha dicho que la Comisión Europea, que negocia los acuerdos comerciales en nombre de la UE, se ha excedido en sus competencias al presentar una propuesta no aprobada por el Consejo. En realidad, la Comisión no necesita unanimidad de los gobiernos para negociar acuerdos comerciales, y en este caso tiene el apoyo expreso de varios; pero, por motivos políticos, le resultará muy difícil llevar adelante su plan con la oposición de un peso pesado como Francia.

Tampoco el llamado «grupo de los veinte», encabezado por India y Brasil, que es la principal voz de los PED en la OMC, está del todo satisfecho. Alega que la oferta debería ir acompañada de una reducción de aranceles para los productos agrícolas importados, el otro gran capítulo del proteccionismo de los ricos (por ejemplo, Japón impone una tasa del 500% al arroz extranjero). Y no acepta las excepciones para las «áreas sensibles», aunque Lamy ha prometido flexibilidad en esto.

La próxima reunión del consejo general de la OMC, a mediados de junio, será la ocasión para comprobar si los últimos movimientos van a resucitar las negociaciones.

Brasil gana una baza en la OMC

De momento, los PED han obtenido una primera victoria contra los subsidios. A finales de abril, la OMC resolvió, a título preliminar, en favor de la demanda que Brasil, a la que se sumaron luego la UE y otros doce países, había puesto contra las subvenciones a los algodoneros de Estados Unidos. Brasil alegaba que superaban el límite establecido por la OMC. La decisión final se conocerá en junio.

Gracias a estos subsidios, Estados Unidos es el primer exportador mundial de algodón, con más del 40% del mercado. Los principales perjudicados, más que Brasil, son los países del África occidental, que producen a menor costo pero no pueden competir con el algodón norteamericano, artificialmente barato.

Una decisión como esta no tiene efecto directo sobre las negociaciones de la ronda de Doha, pues atañe a las reglas ya vigentes; pero refuerza la presión sobre los países ricos. Más aún si prospera la otra demanda de Brasil en la OMC, contra los subsidios al azúcar que da la UE. Un informe de la ONG británica Oxfam, publicado en abril, estudia precisamente este caso.

Los países en mejores condiciones para producir azúcar son los tropicales, donde puede crecer la caña de la que se obtiene. Sin embargo, la UE es el segundo exportador mundial de azúcar, gracias a los subsidios a los cultivadores de remolacha azucarera: 1.300 millones de euros anuales declarados, más 833 millones en ayudas ocultas, según cálculos de Oxfam. Si no fuera por eso, la UE difícilmente podría vender su azúcar en el exterior, pues la produce al costo de 25 centavos la libra, que es el triple del precio en el mercado internacional y el quíntuplo del costo en los países más eficientes, como Zambia, Tailandia o Brasil. De modo que los subsidios perjudican a los consumidores europeos, además de a los PED.

Brasil y Tailandia son, según Oxfam, los países más afectados por la política de la UE. En cambio, las principales beneficiarias de las subvenciones, incluso por delante de los cultivadores europeos, son las grandes empresas refinadoras de azúcar que operan en el continente: Beghin Say (Francia), Sudzucker (Alemania), Tate & Lyle (Gran Bretaña).

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