Cuando se avista ya el final de la campaña presidencial en Estados Unidos, la Oficina federal del Censo ha revelado noticias que son buenas para el país… y para Bill Clinton.
Ha aumentado el ingreso medio por hogar hasta 34.076 dólares en 1995. Y en un año ha disminuido el porcentaje de personas pobres tanto como no sucedía desde hace 27 años: los pobres, que eran el 14,5% de la población en 1994, son el 13,8% un año después. Los grupos más beneficiados son los negros y ancianos.
La Oficina ha considerado familia pobre a los hogares de cuatro personas con un ingreso anual inferior a 15.596 dólares. Atribuye el crecimiento del ingreso medio por hogar a que en el conjunto de los hogares trabajan más personas por familia, mientras que el ingreso de los asalariados a plena jornada, valorado individualmente, ha bajado.
Los resultados de 1995 rompen la tendencia del último lustro al aumento en el porcentaje de familias americanas pobres, que en 1989 eran el 12,8% de la población y que habían llegado a ser el 14,5% en 1994. Durante los mandatos presidenciales de Reagan el porcentaje había descendido del 14 al 13%. Parece que, a largo plazo, la proporción se mantiene relativamente constante, pues actualmente está al mismo nivel que a mediados de los años 60. Sin embargo, los expertos reconocen bastantes problemas a la hora de interpretar las estadísticas oficiales.
Por primera vez, hay más pobres entre los hispanos (30,3% de este grupo) que entre los negros (29,3%). El número de niños considerados pobres ha disminuido, pero continúa siendo muy alto (20,8%).
Otra noticia positiva es que han disminuido ligeramente las diferencias de ingresos, algo que no ocurría desde 1990. Las estadísticas desmienten particularmente dos supuestas limitaciones del actual ciclo de crecimiento: el estancamiento de los ingresos de la clase media y el agravamiento de las desigualdades económicas.