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La corrupción prospera en varios países asiáticos

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En varios países de Asia, la indignación pública por la corrupción no deja de aumentar. A la reciente destitución del presidente Joseph Estrada en Filipinas puede sumarse la de Abdurrahman Wahid, primer líder democrático de Indonesia.

En Filipinas, la crisis política se ha resuelto con una pacífica transferencia de poderes. Pero los analistas y algunas autoridades de la región temen que la ola de ira popular contra la corrupción que ha forzado la dimisión de Estrada, sustituido por la vicepresidenta Gloria Macapagal, pudiera extenderse a otras naciones asiáticas donde la corrupción se ha convertido en un asunto político corrosivo y potencialmente explosivo en unos tiempos de ralentización económica.

George Yeo, ministro de Comercio e Industria de Singapur, declara al International Herald Tribune (22-I-2001) que «la corrupción política es hoy el problema número uno en muchos países de Asia». Clay Westcott, especialista del Banco para el Desarrollo Asiático en Manila, señala que «una tercera parte de las inversiones públicas en muchos países asiáticos que dan al Pacífico se han malgastado a causa de la corrupción». La ola popular de indignación ante la corrupción ha forzado la dimisión o el procesamiento de altos cargos en China, Indonesia, Pakistán, Vietnam y Tailandia.

En China, el pasado mes, el ministro de Justicia y tres miembros del Parlamento fueron destituidos por estar envueltos en casos de corrupción y abstenerse de participar en la intensa campaña contra la venalidad. También en Vietnam los problemas de corrupción se han convertido para las autoridades en un problema de vida o muerte que afecta a la supervivencia del Estado y la permanencia en el poder del Partido Comunista. Según la opinión de los analistas, el motivo de fondo de la corrupción generalizada en Asia se encuentra en la pobreza y los bajos salarios de los funcionarios, lo que se une a las estrechas relaciones entre las grandes compañías públicas y privadas y los partidos en el poder.

El presidente de Indonesia, Abdurrahman Wahid, se enfrenta a un proceso de destitución en el Parlamento. La Cámara de Representantes aprobó por casi unanimidad las conclusiones de un comité de investigación que acusa al presidente de estar implicado en la desaparición de 4 millones de dólares de la Agencia de Alimentos y de haber aceptado una donación personal de 2 millones de dólares proveniente del sultán de Brunei, para aliviar la presión contra los separatistas que luchan por la independencia de la provincia indonesia de Aceh.

En Tailandia, el primer ministro electo, Thaksin Shinawatra, es el hombre más rico del país, y su familia controla el 13% de la Bolsa, que representa en total 30.000 millones de dólares. Shinawatra se enfrenta a un proceso por ocultación de algunos bienes patrimoniales cuando era ministro en el anterior gobierno, y ha declarado que olvidó declarar esos bienes. En Malasia, el primer ministro, Mahathir bin Mohamad, se lamentaba recientemente de que el partido dominante de la coalición en el poder se estaba dejando corromper por el dinero.

Un reciente estudio realizado por Transparency International, institución que promueve la lucha contra la corrupción, muestra la mala situación que ocupan los países asiáticos en materia de sobornos a autoridades públicas. En la tabla de los 90 países sondeados, ordenados de menos a más corruptos, Malasia ocupa el puesto número 36; Tailandia, el 60; China, el 63; Filipinas, el 69; Vietnam, el 76. En último lugar de Asia figura Indonesia, que comparte con Angola el puesto 85.

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