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La violencia amenaza el retorno de Nigeria a la democracia

publicado
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Análisis

Benin City. Desde 1995 Nigeria se ha convertido en el escenario de atentados y asesinatos que son el resultado de ajustes de cuentas políticas y económicas. El gobierno no ha querido achacar a nadie la responsabilidad de los atentados hasta hace poco, quizá porque también está implicado en la violencia. Algunos piensan que es una «guerra» entre el gobierno y los grupos pro-democracia que defienden la vuelta de Moshood Abiola, que ganó las elecciones democráticas de 1993 y está encarcelado desde 1994 por proclamarse presidente.

A finales de enero, el Inspector general de la Policía rompió el silencio oficial y acusó de algunos atentados a la Coalición Democrática Nacional (NADECO), partido que respalda a Moshood Abiola y una de cuyas facciones está en el exilio. Los representantes exiliados -entre ellos Wole Soyinka, premio Nobel de Literatura- han formado la Comisión para la Liberación Nacional (NALICON) y han prometido desalojar a Abacha del poder e instalar a Abiola «a toda costa».

A pesar de las acusaciones contra NADECO, algunos piensan que el propio gobierno ha fingido atentados contra gente allegada al poder, porque le interesa crear un estado de inseguridad civil que justifique su estancia en el poder más allá del año próximo, fecha para la que prometieron cederlo a los civiles.

A los atentados se suman otros problemas sociales. Uno es que el precio de los bienes de primera necesidad y de los transportes se han disparado; otro, que los recortes presupuestarios en Educación han provocado la huelga casi continua de las universidades. Sin embargo, Nigeria cuenta con las compras de Estados Unidos, el mayor importador de petróleo, y las de la compañía inglesa Shell, que extrae de sus pozos nigerianos gran parte del crudo que vende. Por otra parte, ya están regresando las representaciones diplomáticas que se retiraron a finales de 1995 en respuesta a un juicio ficticio organizado por el gobierno y que terminó con la ejecución de ocho personas.

El general Abacha se ha comprometido a favorecer la transición a un régimen civil para 1998. Pero va a ser complicado con un ejército completamente involucrado en la política y con las cárceles llenas de personas que defienden los derechos humanos, y cuando el 65% de los 55.000 nigerianos encarcelados todavía esperan su juicio. Abacha ha prometido sobre todo mejoras económicas a medio plazo. Para lograrlo se ha rodeado de ingenieros brillantes que le asesoran con vistas a alcanzar en el año 2010 un nivel de desarrollo comparable al de los países occidentales. Lo que no significa necesariamente que pretenda estar en el poder hasta entonces.

Eugene Agboifo Ohu

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