Cuando un católico desea desarrollar una obra social en un país islámico, la prudencia le aconseja hablar primeramente con los líderes religiosos locales. En una ciudad del norte de Nigeria, el P. Jorge Crisafulli, inspector de los salesianos en el África occidental anglófona, tuvo su propia experiencia: el imán le advirtió severamente que “nada de conversiones”, a lo que él respondió que solo les interesaba instalar una escuela técnica para facilitar la inserción laboral de los jóvenes. Y el rostro de su interlocutor cambió.
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