Guzel Yájina, nacida en 1977 en Kazán, a orillas del Volga, estudió filología inglesa y alemana en esa misma ciudad y se formó como guionista en Moscú. Esta, su primera novela, ha sido traducida a más de veinte idiomas y ha recibido numerosos galardones, entre ellos el prestigioso Premio Gran Libro 2015 en Rusia.
La protagonista, Zuleijá, vive en un pequeño pueblo en el suroeste de Rusia. Ahora tiene treinta años, y su marido, un campesino con propiedades, le dobla la edad. Desde que se casó con quince años, ha visto morir a sus cuatro hijas al poco de nacer; ha tenido que servir a su adusta suegra, a la que en secreto llama la Vampira; y ha tenido que doblegarse a los trabajos y exigencias de su esposo.
Estamos en 1930 y la revolución bolchevique está en marcha. El Ejército Rojo, que se emplea a fondo para exigir los impuestos a los campesinos, inicia ahora la deskulakización. Los que poseen propiedades, a los que llaman kulaks, son desposeídos de sus tierras y deportados a Siberia, así como los intelectuales de Leningrado y otros lugares del país. Cuando llegan a casa de Zuleijá, el comandante de una brigada del ejército, Ignatov, mata a su marido y ella es apresada sin saber todavía que está embarazada. Comienza para Zuleijá y otros deportados un largo camino que durará meses hasta Siberia. Tan solo treinta son los supervivientes de la travesía, contando al comandante que no sospecha que, como guardián de ese minúsculo grupo de deportados, deberá quedarse en Siberia como un desterrado más.
Yájina ha escrito una historia llena de vida, con unos personajes sólidos, bien definidos y ambientados coherentemente en un contexto histórico bien determinado. Las purgas en el poder, las envidias, traiciones, ambición, ignorancia, etc., las miserias humanas en general, así como el heroísmo y la generosidad, quedan bien plasmados en la figura de los protagonistas. La profunda religiosidad que experimenta Zuleijá, fruto de la ignorancia y la superstición, hacen de ella un ser inocente, limpio, generoso, que en su insignificancia despierta respeto y autoridad.