Un millón de generaciones. Hacia los orígenes de la humanidad

TÍTULO ORIGINALUn million de générations. Aux sources de l’humanité

GÉNERO

Península. Barcelona (2002). 358 págs. 22 €. Traducción: Armando Ramos García.

Obra amena en la que el autor expone su visión de la evolución humana. Hace un millón de generaciones la línea de los homínidos se separó de la de los grandes monos. En opinión de Chaline, nuestro género deriva de alguna especie de australopiteco aún no identificada que es el «verdadero eslabón entre el antepasado común y el hombre», antepasado común que tampoco ha sido hallado aún en el registro fósil. Explicar esa transición es algo sumamente difícil. Por una parte, según Chaline, el gradualismo antropológico impediría decir cuándo se empieza a ser hombre; por otra parte, los «vacíos de los registros paleontológicos son demasiado importantes para poder sacar conclusiones definitivas». Reconstruir la historia de la evolución de la humanidad en particular y de los homínidos en general, a partir del actual registro fósil -dice Chaline-, es como reconstruir un puzzle de un millón de piezas a partir de menos de dos centenares de piezas, muchas de ellas fragmentarias, y casi todas dispersas.

Chaline, paleoantropólogo francés, director de investigaciones en el CNRS, engloba todos los especímenes humanos conocidos en el registro fósil mundial comprendidos entre 1,8 millones de años y 200.000 años de antigüedad en la especie Homo erectus, algo con lo que no está de acuerdo un número de especialistas cada vez mayor. De este modo no le queda otra alternativa que afirmar que los humanos actuales descendemos de un erectus africano que vivió hace entre 180.000 y 140.000 años.

Chaline no deja de sorprender al lector a lo largo de toda la obra. Junto al reconocimiento de una serie de enigmas de difícil solución (lenguaje de los primeros humanos, autoría de las primeras herramientas o significado de los ritos de enterramientos), el autor hace afirmaciones tales como que los chimpancés son capaces de tener sentimientos de amistad o amor, e incluso que son capaces de discernir entre cierto bien y cierto mal, incluso poseerían un cierto pensamiento reflexivo aunque no del nivel humano.

En el capítulo del debe se halla la ausencia de referencias al importantísimo yacimiento de la Sima de los Huesos en Atapuerca (España) cuando habla de los enterramientos prehistóricos o al de la Gran Dolina, también en Atapuerca, cuando habla del canibalismo humano.

Cabe destacar el reconocimiento que hace el autor de la importancia que tiene el conocimiento del origen y evolución del hombre para la elaboración de una antropología filosófica y religiosa. El surgimiento del arte, por ejemplo, responde, según Chalina, a una «necesidad de trascendencia inherente a la especie humana». El autor insiste en que el estudio del conocimiento del cómo corresponde a la ciencia, mientras que el estudio del por qué es el terreno propio de la reflexión filosófica y religiosa.

Carlos A. Marmelada

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