Un lugar llamado Antaño

Un lugar llamado Antaño

EDITORIAL

TÍTULO ORIGINALPraweck i inne czasy

CIUDAD Y AÑO DE EDICIÓNBarcelona (2020)

Nº PÁGINAS264 págs.

PRECIO PAPEL19,90 €

PRECIO DIGITAL13,99 €

GÉNERO

Premio Nobel de Literatura (2018), la polaca Olga Tokarczuk es una de las voces más innovadoras de las letras actuales, como quedó demostrado en el anterior libro publicado en España: Los errantes , novela miscelánea en la que tocaba diferentes géneros. Anteriormente habían aparecido otras dos: Un lugar llamado Antaño, en 2001, y Sobre los huesos de los muertos, en 2016.

Anagrama reedita ahora Un lugar llamado Antaño, la tercera novela de la autora, que se publicó originalmente en 1996. En ella, inspirándose en su propia historia familiar, recorre de manera original la de Polonia a lo largo del siglo XX, centrándose en un lugar imaginario y en las vicisitudes de los diferentes habitantes de esta localidad a lo largo de sucesivas generaciones.

Como escribe al comienzo, “Antaño es un lugar situado en el centro del universo”, frase con la que quiere resaltar que lo que se va a contar no es una cuestión meramente local o circunstancial, sino el resumen de lo más esencial del mundo: romances, alegrías, decepciones, fracasos, mentiras…; en definitiva, una peculiar manera de abordar los temas inmortales de la literatura: la muerte, la vida y el amor. Y lo hace a través de breves fragmentos que protagonizan la joven y misteriosa Espiga, la familia de Genowefa y Mikal, el Hombre Malo, el señor Popelski, el Ahogado, Misia y Pawel Boski, el párroco (descrito con trazos quizás demasiado gruesos), la perra Pepona, Izydor… Cada uno de ellos aparece de manera intermitente en la narración, destacando algún suceso biográfico, siempre minúsculo, pero de gran significado para sus propias vidas. Y como telón de fondo, la Primera Guerra Mundial, la Segunda, la llegada del comunismo a Polonia… que dejan huellas y cicatrices en Antaño.

Tokarczuk, como suele hacer en sus libros, rompe constantemente el ritmo y, al mismo nivel, se describen sucesos fantásticos y otros realistas. En este caso, la mezcla resulta efectiva y proporciona a la narración una aureola de parábola mítica con la que se pretende mostrar diferentes aspectos de la vida, también los invisibles. Para remarcar esta intención de dejar la puerta abierta a lo etéreo e intangible, la autora utiliza –quizás más de la cuenta– el recurso a los mundos oníricos.

La novela sigue un ritmo cronológico, pero el aspecto temporal, aunque tiene su incidencia, es quizás lo de menos, lo mismo que el contexto costumbrista y social. Lo que intenta la autora es atrapar el alma de las personas que recorren de manera episódica la novela y la relación que tienen con lo que les rodean. Además, rechaza una explicación lógica a las peripecias de sus personajes, todos ellos frágiles, desamparados y sometidos a un destino incierto. Tampoco el recurso a Dios sirve para explicar nada, según la autora, y a menudo es una presencia que enturbia el interior de los personajes y el sentido último de las cosas.

Un lugar llamado Antaño ofrece, con sus muchas voces, una imagen caleidoscópica y evanescente de la realidad. La autora consigue una narración interesante, minoritaria, eficaz, muy trabajada, con un estilo en el que las visiones oníricas e irracionales añaden complejidad y profundidad a lo que pretende ser la búsqueda fracasada de las claves de la vida y del universo. 

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