Un adolescente en la retaguardia

Encuentro.

Madrid (2006).

213 págs.

18 €.

GÉNERO

Este es un libro distinto dentro de los testimonios sobre la guerra civil española también hoy abundantes. El autor nació en Lumbier (Navarra) en 1921 y hoy vive ya muy anciano en el monasterio benedictino de Leyre. La insistencia de un amigo le llevó, muchos años después, a escribir sus recuerdos de aquel periodo atroz. Al estallar la guerra, tenía quince años y estudiaba con otros jóvenes en el monasterio del Pueyo (Barbastro), pues se había planteado ingresar en la orden benedictina. Es apresado con todos los monjes de la abadía y trasladado a Barbastro donde será testigo del martirio de aquéllos, del obispo del lugar y de otros religiosos y de algunos civiles. Después de una temporada en Barbastro, conseguirá trabajo en el casino de Caspe en zona republicana. Antes de lograr volver a su pueblo, terminada la guerra, pasará por Fraga, por Lérida y una larga temporada en el pueblo de Poal, en la comarca ilerdense de Urgell con una familia que lo acoge como a un hijo más. Poco después de regresar a Lumbier, ingresará en el monasterio benedictino de Valvanera, en La Rioja.

El relato de las peripecias del autor está muy bien escrito, sin pretensiones literarias, con claridad y sencillez. Incluso evita juicios sobre la contienda, narra lo que vivió y en las circunstancias en las que lo vivió, cuando la información sobre la marcha de los acontecimientos era escasa y normalmente sesgada. En ese sentido, podría ser una más de las innumerables experiencias de la guerra.

Sin embargo, lo que destaca es el sentido con que el adolescente se enfrenta a situaciones tan duras. Es como si el heroico comportamiento de los monjes del Pueyo ante el martirio le hubiera dado fuerzas para afrontar la difícil situación en que se encontró con una madurez sorprendente. Ante todo, destaca su esfuerzo por ser fiel a Dios en circunstancias muy a adversas, pero también su capacidad para perdonar, su lucha por no odiar jamás, su sufrimiento por las muertes de uno y de otro bando. Le duelen las atrocidades de Barbastro, pero también los bombardeos de los aviones franquistas sobre la población civil de Caspe, por poner algún ejemplo. Sus juicios siempre son ponderados, trata incluso de disculpar el fanatismo de personas ignorantes o engañadas y siempre reza por todos sean del bando que sean.

A esto, hay que añadir la ayuda de numerosas personas buenas. Especialmente conmovedor es el ambiente cristiano de la familia de Poal que lo acoge. Tampoco faltan ejemplos magníficos como el de la anarquista arrepentida de sus crímenes.

El libro se cierra con dos anexos impresionantes: el testimonio del ejecutor del abad del monasterio del Pueyo y una carta de otro de los monjes a sus padres en la que se despide de este mundo sin un atisbo de rencor.

Ahora que tanto se habla de la memoria histórica en España, pienso que éste es un libro que merece la pena leer, porque muestra el único camino adecuado, el del perdón, el de la misericordia, el de la caridad.

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