Tomás Moro

Edhasa. Barcelona (2003). 647 págs. 39 €. Traducción: Angels Gimeno-Balonwu.

TÍTULO ORIGINALThe Life of Thomas More

GÉNERO

La figura de Tomás Moro es tan rica y compleja que sigue interesando al lector de hoy. Sus obras completas reúnen miles de páginas que van de la poesía a las sutilezas del derecho, pasando por la polémica teológica, y puede decirse que es uno de los fundadores de la prosa inglesa. Padre de familia ejemplar, pedagogo innovador, abogado, Lord Canciller de Enrique VIII, arruinó su carrera política por ser fiel a su conciencia. Autor de Utopía, inspiró el Elogio de la locura de su amigo Erasmo y dos obras de Shakespeare: Ricardo III, y su casi desconocida obra Sir Thomas More. Fue además un hombre profundamente cristiano, que supo compaginar el servicio a Dios y a los hombres. El drama final de su vida fue una manifestación de coherencia, que le movió a proclamar: «Muero como un buen siervo del rey, pero primero de Dios».

Hay muchas y muy valiosas biografías de Tomás Moro. Hace tan solo unos meses la editorial Ariel publicaba la de Gerard B. Wegemer, que mostraba la actualidad del personaje. La biografía de Peter Ackroyd destaca por su amenidad. Ackroyd ha escrito buenas biografías de otros personajes (Wilde, T.S. Eliot…) y es autor también de Londres: una biografía, que certifica su amor y su conocimiento de la capital británica. Aquí utiliza los recursos del novelista y compone un cuadro apasionante del personaje y la época, sin perder el rigor histórico. Ackroyd logra hacer accesible el personaje a pesar de las diferencias de tiempo y cultura. Cabe mencionar la familiaridad del autor con la obra escrita de Moro, de la que entresaca abundantes ejemplos poco conocidos por el no especialista; estas citas arrojan luz sobre diversas facetas menos conocidas del humanista: un humor popular, a veces escatológico, o los detalles más tiernos de su vida familiar.

Ackroyd se interesa en libro también por la carrera civil de Moro, sus ingresos y su círculo familiar y político, y no se extraña al comprobar cómo un hombre que ha sido elevado a los altares se ganara bien la vida, tuviera poder y, en algunas ocasiones, utilizara un lenguaje subido de tono. Sabe lo que era la cultura de Londres de aquella época -el final de la Edad Media y el inicio de la Edad Moderna- y muestra a un gran hombre de su tiempo, sin sacarlo de contexto. Y, de paso, traza magníficos retratos de una galería de personajes relacionados con el protagonista. Moro llevaba grabado en el alma un mundo ordenado según los cánones jerárquicos medievales, presidido por Dios. Y vio cómo las herejías por una parte y el rey por otra, derrumbaban ese mundo. Pero no fue un mudo espectador ante la realidad, luchó por aquello en lo que creía, y dio hasta el último minuto una admirable lección de coraje, de coherencia y de buen humor.

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