Tras el éxito de Nadie lo sabe, novela histórica inspirada en la primera vuelta al mundo de Magallanes y Elcano, el autor escribe ahora sobre otro hecho histórico de la misma época: la conquista de México por parte de Hernán Cortés. Como en su obra anterior, Gratacós se apoya en una sólida documentación histórica y basa su desarrollo en la vida de los principales protagonistas de aquellos sucesos.
El narrador es el mismo de Nadie lo sabe, Diego de Soto, que aspira a suceder a su maestro, Pedro Mártir de Anglería, como cronista del reino. De Soto ha decidido abandonar la corte y se ha trasladado a Nueva España. Sin embargo, no ha caído precisamente con buen pie. Cerca de la costa, una fuerte tormenta provoca su naufragio. A partir de ese momento, no recuerda absolutamente nada de lo que pasó hasta que fue rescatado, ni de su prolongada recuperación en un hospital de Tenochtitlán. Por eso, está obsesionado por conocer qué fue de su vida durante esos oscuros meses.
Muy pronto su fama de cronista y discípulo de Anglería se extiende por la ciudad y llega a conocimiento de Hernán Cortés, que desea que narre la conquista de aquellas tierras. Así, a la vez que se incorpora al círculo más próximo del conquistador, descubre que este cuenta con amigos muy fieles, pero también con enemigos poderosos.
Sobre De Soto y Hernán Cortés se tiende una red de intrigas con contactos en Cuba, en la propia Tenochtitlán y en la corte, con adversarios declarados de Cortés que piden al rey que lo destituya y lo haga preso. Al tiempo que se describen estos hechos, con distintos escenarios, la novela incluye pasajes muy logrados que narran, por un lado, algunos sucesos clave de la vida de Hernán Cortés y la conquista del imperio azteca y, por otro, escenas cotidianas sobre la vida de los españoles en la capital y su relación con las tribus indígenas en medio de complicadas circunstancias.
Tony Gratacós arriesga mucho a la hora de encontrar soluciones narrativas para abordar ese intenso periodo histórico. Además de describir el presente inmediato de De Soto y los peligros que corre, Todos sabrán mi nombre es un homenaje a la hazaña que protagonizó Hernán Cortés, que se cuenta a través de puntuales flashbacks. También resultan en ocasiones un tanto forzadas las aventuras que vive con su prometida Auristela, con la que se reencuentra en Nueva España, así como la insistencia en unir los hechos más significativos con la conexión a imágenes oníricas y simbólicas algo reiterativas, como la del jaguar.
Hay que destacar la facilidad que tiene el autor para ir enlazando una intriga tras otra, protagonizadas siempre por personajes históricos que o bien fueron fieles a Hernán Cortés, o bien quisieron quitárselo de encima. Son muchos, pero todos constituyen piezas de un inmenso y detallado puzle que Gratacós maneja con solvencia narrativa y con un eficaz y ameno estilo. Eso sí, como escribe él mismo en una nota final, conviene no olvidar que, aunque la novela “se sustenta en hechos verídicos, históricos”, estamos ante una obra de ficción, en la que se interpretan las motivaciones y sentimientos de los personajes y lo que pudo suceder.