Todo por una chica

Anagrama. Barcelona (2009). 304 págs. 18,50 €. Traducción: Jesús Zulaika.

TÍTULO ORIGINALSlam

GÉNERO

Como de los libros anteriores de Nick Hornby que había leído —Fiebre en las gradas y 31 canciones—, de Todo por una chica se puede decir que está bien escrito, que es inteligentemente irónico y que retrata la sociedad londinense del autor. Sin embargo, aquellos tenían mucho de reportajes más o menos autobiográficos sin otras complicaciones y, en cambio, algunos elementos novelescos de este no me parecen convincentes. El narrador, Tom, cuenta lo que le comenzó a ocurrir dos años atrás, a punto de cumplir 16 años, cuando todo le iba bastante bien. Habla de su obsesión por el skate; de cómo conoció y enganchó enseguida con Alicia, una chica de clase alta y de otro colegio; y, después, cómo Alicia se quedó embarazada…, a pesar de que la madre de Tom también le había tenido a él con dieciséis años y estaba bien advertido.

A diferencia de lo habitual en otros libros de tema semejante, aquí la voz narrativa es la del chico y no la de la chica. Una segunda diferencia con libros parecidos es que los acentos del chaval son honrados en el sentido de que no intenta disimular la mezquindad de su comportamiento al huir de lo que se le avecina. Otra está en sus rasgos de exposición realista tipo esto-es-lo-que-hay, evitando sentimentalismos en la presentación de los comportamientos: el principal interés del autor parece ser el de mostrar la confusión mental de Tom. (En las circunstancias actuales el hecho de que Alicia no dude de que lo que tiene es un bebé que de ningún modo se puede abortar y desoiga lo que le aconseja su madre, se podría poner en el haber de la historia, pero creo que sería tan simplista elogiar el relato en cuanto relato solo por eso como hubiera sido criticarlo sólo porque hubieran tomado la decisión de abortar).

La novela falla cuando se sale del marco más realista: algunos sueños premonitorios de Tom, las conversaciones que tiene con la figura del poster de su habitación. Luego, aunque tal vez esto sea inevitable (y en esto sí que la novela se parece a las de literatura juvenil sobre el tema), algunas cosas suenan a libro de autoayuda que desea decirle al lector joven que el mundo no se acaba cuando sucede algo así, que altera todos tus planes, y que a ver si aprendes a usar el preservativo siempre y no te pasa lo que a mí, aunque no te fíes porque las cosas no funcionan exactamente así.

En cualquier caso, si un autor elige la voz narrativa de un chaval para contar una historiacomo esta, resulta claro que ha optado pornohacer en serio la preguntade ¿qué está pasando aquí?; y al mismo tiempo le está diciendo al lector que a su narrador sólo se le puede pedir que cuente lo que ve y vive y que no es a él a quien hay que reprocharle nada.

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