Shakespeare. La invención de lo humano

TÍTULO ORIGINALShakespeare. The Invention of the Human

GÉNERO

Anagrama. Barcelona (2002). 862 págs. 30 €. Traducción: Tomás Segovia.

Bloom (Nueva York, 1930), profesor de literatura en la universidad de Yale, lleva más de treinta años leyendo, escribiendo y explicando a Shakespeare y, como suele suceder en estos casos, está locamente enamorado del objeto de su estudio. Shakespeare. La invención de lo humano, culminación de una vida académica consagrada a Shakespeare, es una obra notable. En ella el veterano profesor demuestra que la edad no le ha hecho perder el entusiasmo; un entusiasmo muchas veces exagerado.

El libro es una magnífica guía de la obra teatral del genial dramaturgo, dividida en 35 capítulos, cada uno de ellos dedicado a una obra. Bloom propone una lectura shakespeareana de los personajes de sus obras, en parte usando a un personaje para interpretar a otro. A Bloom no le interesan las tramas. Es más, reconoce que a pesar de sus muchas cualidades, Shakespeare no era un buen hacedor de tramas. Lo que le importa, donde ve la superioridad de Shakespeare sobre cualquier otro autor, es en los personajes. A ellos se refiere el subtítulo La invención de lo humano. ¿Qué significa la afirmación de que Shakespeare inventó lo humano? En realidad que, según Bloom, toda la literatura anterior utilizaba personajes arquetípicos y sólo con Shakespeare aparecen personajes «de verdad», tan reales o más que la propia realidad. Lo más característico de esta invención es la capacidad de representar el cambio, de ver evolucionar a los personajes, de «sentirlos vivir». La lectura de Shakespeare que hace Bloom tiene el grandísimo interés de examinar la evolución y estilo del dramaturgo a través de sus personajes más significativos, desde Shylock en El mercader de Venecia hasta Rosalinda en Como gustéis, pasando por la obra cumbre de Shakespeare: Falstaff. Como es lógico, con este planteamiento el comentario «personaje más grande que su obra» será algo recurrente.

En la elaboración de este libro monumental han recalado numerosos apuntes, cursos de doctorado, conferencias magistrales y otros materiales que Bloom ha elaborado, recopilado y meditado a lo largo de muchos años. No es de extrañar que muchas reflexiones, interesantísimas, superen al lector medio y fascinen al iniciado. Tampoco extraña -aunque se eche de menos- que no haya notas a pie de página ni bibliografía. Se trata de comentarios, citas y demás que han sido hechas sobre la marcha y que sólo se podrían recuperar a costa de un gran trabajo.

Cabe destacar una original cronología de la obra de Shakespeare y la hipótesis de que el primer borrador de Hamlet habría sido obra del propio Shakespeare. Sorprende la afirmación tajante de que Marlowe fuese asesinado por los servicios secretos de la corona (que también mató a Tom Kyd). Y junto a ello, numerosas interpretaciones de los diversos textos, originales, profundas y muy plausibles. Sin duda más cercanas a la mente de Shakespeare que a la de muchos críticos de los que Bloom hace alegre chanza. Un ensayo atractivo, erudito, lleno de sabiduría y de cariño al que sobra, sin duda, un exceso de pasión. El exceso de un hombre que, a falta de otros ideales, ha hecho de Shakespeare su dios.

Fernando Gil-Delgado

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