Ofrecida como la biografía definitiva sobre J.D. Salinger, en realidad esta obra de Shields y Salerno recopila materiales heterogéneos sobre el esquivo escritor neoyorquino, los ordena cronológicamente y en ocasiones añade comentarios.
El libro, escrito más como guion, ofrece una imagen fragmentaria de Salinger, aunque añade nuevos testimonios y derriba algunas leyendas. Shields y Salerno han querido escribir la última palabra sobre el autor de El guardián entre el centeno, pero no han evitado caer a veces en un sensacionalismo vulgar.
A juicio de los autores, hay dos acontecimientos que marcan la vida de Salinger: la II Guerra Mundial y la publicación de su famosa novela. Estas experiencias fueron traumáticas y Salinger nunca las superó. En un intento de recobrar el equilibrio, se acercó a las religiones orientales, cultivó las enseñanzas del Vedanta y flirteó con la cienciología, alejándose del mundo que le rodeaba, incluida su propia familia.
Entre todo este material –con frecuencia anecdótico y repetitivo– destaca la capacidad literaria de Salinger, obsesionado con la escritura y la creación de personajes. Esta biografía muestra que llevó su vocación artística hasta límites enfermizos e incluso es posible interpretar su trayectoria como si hubiera hecho realidad la actitud hostil a la hipocresía de la sociedad contemporánea que tan bien personificó en su inolvidable Holden Caulfield.
Aunque esta biografía no es estrictamente literaria –y ese es, precisamente, su inconveniente–, Shields y Salerno apuntan algunas claves para entender la evolución de la obra de Salinger y, sobre todo, para valorar de una forma equilibrada lo que han supuestos sus relatos. ¿Fue su carácter hosco y esquivo una impostura? El libro no responde a esta pregunta, pero parece que apartarse de una sociedad snob, frívola y consumista fue su personal forma de protesta.
En definitiva, Salinger sirve para que el mito del personaje siga creciendo.