Pensar la religión

Eugenio Trías

GÉNERO

Destino. Barcelona (1997). 255 págs. 2.700 ptas.

Casi lo más relevante de esta colección de artículos de Eugenio Trías es el título: como si quienes habían excluido de su ámbito del pensar el fenómeno religioso, tuvieran que reconocer que no hay más remedio que pensar en la religión, es decir, intentar al menos una explicación o una comprobación de que la religión es un dato del funcionamiento humano. Trías lo dice de forma más técnica: si el hombre es el ser del límite, es lícito preguntarse por el más allá del límite. Y ahí se encuentra, en primer lugar, lo simbólico, que remite a otra cosa, a un genérico o indiferenciado más allá. Y, avanzando más, el símbolo religioso, el universo de Dios.

Eugenio Trías (Barcelona, 1942), catedrático de Historia de las Ideas en la Universidad Pompeu Fabra, de la misma ciudad, desde hace algunos años viene mostrando un nuevo interés por la religión. Prueba de ello son sus dos libros anteriores, La edad del espíritu (1994) y Diccionario del espíritu (1995).

Ideologías y religión

En general, Trías está de acuerdo con un diagnóstico muy extendido: que el declive de las ideologías ha coincidido con la re-emergencia de lo religioso. En concreto, piensa que la religión es una constante antropológica, de la que las ideologías eran un mal sucedáneo. En una entrevista reciente (El País, 31-I-97), señala que, hasta cierto punto, «las grandes construcciones ideológicas de nuestro siglo y del pasado tenían raíces religiosas fuertes que poco a poco vamos descubriendo, o que actuaban con formas semejantes a las de la religión».

Hay, sin embargo, una cuestión lógica. Hasta no hace mucho, y aún ahora, se acusaba a la religión de querer tener una respuesta a lo más amplio, a las cuestiones claves de la existencia. Se negaba, de forma total, esa pretensión de totalidad. Y ahora, con la misma «universalidad», se afirma el fracaso universal de la ideología y, por tanto, el renacimiento de la religión. O la definición de «religión verdadera»: «Quizá la única religión verdadera sería aquella religión del espíritu que fuese capaz de conjugar y sintetizar en un tapiz unitario el conjunto de esbozos fragmentarios que constituyen las religiones actualmente existentes».

Nada menos: una síntesis de religiones, realizada ¿por consenso? Una «nueva religión» que habría que difundir y, en su caso, organizar. Esto suena mucho a ese «dios de los filósofos» del que Pascal, hace casi cuatro siglos, descubría la frialdad, la artificiosidad.

Crítica de la modernidad

De todos modos, mérito de Eugenio Trías es atreverse a publicar, en contra de la antigua pero persistente progresía, que la idea que la modernidad tuvo de la religión como superstición es simplista, minimalista. Trías no se atreve a descalificar por completo lo del «opio del pueblo» (Marx) o lo de «ilusión» (Freud), pero afirma que la religión es mucho más. Frases tan valientes como ésta: hablando de toda la tradición moderna, desde la Ilustración hasta Marx y Nietzsche, escribe: «La religión, a modo de cobaya de la razón, es conducida hasta el tribunal de la ciencia, de la razón (o de la genealogía de la voluntad de poder), con el fin de ser entonces examinada, interrogada, experimentada y encuestada. Toda la riqueza y variedad de la experiencia religiosa y de los ‘juegos lingüísticos’ que promueve es reconducida, a la zaga de su inconsciente verdad, hacia esa vía de dirección única que de modo autoritario se establece en esos discursos con exclusiva razón».

Son 16 textos de diverso valor, algunos -como «El símbolo y lo sagrado» o «Estética del símbolo»- de especial importancia para advertir esta pervivencia de lo simbólico, la consciencia de su pervivencia, que es también uno de los rasgos de este tiempo.

Rafael Gómez Pérez

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