Neoexistencialismo. Concebir la mente humana tras el fracaso del naturalismo

Neoexistencialismo. Concebir la mente humana tras el fracaso del naturalismo

TÍTULO ORIGINALNeo-Existentialism

CIUDAD Y AÑO DE EDICIÓNBarcelona (2020)

Nº PÁGINAS195 págs.

PRECIO PAPEL20 €

TRADUCCIÓN

El nuevo libro del filósofo alemán Markus Gabriel se presenta como una secuela de su trilogía sobre el “nuevo realismo” y especialmente del ensayo con que concluía: Yo no soy mi cerebro. La obra tiene una estructura peculiar que invita a la discusión filosófica, al recoger, junto al texto de Gabriel, críticas de otros filósofos –Charles Taylor, Jocelyn Benoist y Andrea Kern– y la réplica final del propio Gabriel.

La tesis del “neoexistencialismo” aparece precisamente en el ensayo mencionado, donde el autor llevaba a cabo una crítica al naturalismo (que llamaba allí “neurocentrismo”), al oponerse a la identificación de mente y cerebro. Rechazado el naturalismo por parte del autor con argumentos bien construidos, parece que solo queda la alternativa dualista, según la cual nuestra mente conforma una sustancia diferente al cuerpo, algo que el “nuevo realismo” de ninguna manera puede aceptar.

La solución de Gabriel es que la mente (él prefiere hablar, siguiendo la tradición filosófica alemana, de Geist) no tiene una realidad independiente. El ser humano es una existencia sin una esencia (Sartre, au pied de la lettre) que se va determinando a sí mismo a la luz de su propia autocomprensión. Aquí es donde arraiga el filósofo alemán con la tradición existencialista: el ser humano (gracias a la mente) se hace a sí mismo en cuanto genera imágenes de lo que es. Así, lo que yo sé del agua no influye en lo que es el agua; en cambio, lo que pienso de mí, determina lo que yo soy. “Los seres humanos dependen de sus concepciones sobre ellos mismos, pues actúan a la luz de quienes se consideran ser”, explica.

Gabriel piensa que el problema de la relación entre mente y cerebro está totalmente desenfocado. Para explicar su postura alude a un modelo no causal, sino condicional de relación, a saber: el cerebro es condición necesaria, aunque no suficiente, para que podamos desarrollar actividades mentales, conscientes, intelectuales…

El texto de Gabriel está comentado por tres filósofos: Charles Taylor, uno de los principales críticos del naturalismo reduccionista, que cree que el filósofo alemán ofrece “un argumento muy elegante para debilitar la hegemonía de las descripciones reduccionistas de corte científico”; Jocelyn Benoist, experto en fenomenología y filosofía analítica, y la profesora de Leipzig, Andrea Kern, representante del neoaristotelismo. Resulta interesante la réplica de esta última, pues intenta acercar la postura de Gabriel a Aristóteles: la vida racional es una forma de vida formalmente distinta a la vida animal, y la mente (Geist) es una estructura explicativa que se inserta en otra más amplia, el concepto de vida. Pero el “realismo” de Markus Gabriel no puede aceptar el realismo aristotélico.

El valor de la discusión que nos regala Gabriel y sus comentaristas radica justamente en la discusión misma, ya que no parece que el neoexistencialismo, por su propia definición, pueda llegar a conclusiones definitivas. ¿Quién puede asegurar que no es resultado de cierta autoimagen generada por el Geist

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