Nada que temer

Anagrama. Barcelona (2010). 300 págs. Traducción: Jaime Zulaika.

TÍTULO ORIGINALNothing To Be Frightened Of

GÉNERO

Para confirmar la primacía de Julian Barnes (1946), el escritor británico más francés de hoy, entre los novelistas anglosajones de esta hora y esta nueva época, bastará leer la primera línea de esta obra suya que no es ni novela ni repertorio de sus memorias -“No creo en Dios pero le echo de menos”- y reconocerle el talento con que avanza por las trescientas páginas de este libro.

Dios, la religión, el temor a morir y al paredón de la muerte, la protesta por la evidencia de expirar un día, el más allá o el más cuándo, la familia (pero no tanto su relación con su esposa, la influyente agente literaria Pat Kavanagh [1940-2008], fallecida de un tumor fulminante al medio año de aparecer este libro), la literatura y sus autores, las concepciones y variantes de estos ante la contradictoria muerte, el recelo que precede a los sufrimientos y el dolor, la devoción a la música, la visión contemporánea de la complicada realidad… conforman esta fluida pieza, donde palpita el humor y están presentes la inteligencia y la cultura.

Nada que temer esquiva la clasificación en géneros literarios y logra resaltar la capacidad de este autor admirable para hacer literatura concatenando sus reflexiones, sus comentarios, sus recortes de prensa, su biblioteca, sus facultades para relacionar aspectos y episodios con la gracia de su pericia de narrador.

Barnes, que reconoce que “la ficción y la vida son distintas”, porque una no es verdad, confiesa en este libro: “el Dios en quien no creo pero al que echo de menos es, naturalmente, el Dios cristiano de la Europa occidental y la América no fundamentalista. No echo de menos a Alá ni a Buda, como tampoco a Odín o Zeus. Y añoro más al Dios del Nuevo Testamento que al del Viejo”.

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