Jürgen Habermas lleva algunos años defendiendo la dimensión pública de las creencias y afirmando que los déficits de motivación que los ciudadanos de las sociedades contemporáneas encuentran para implicarse en proyectos morales pueden ser solventados recurriendo al potencial de las cosmovisiones religiosas. No es extraño que un pensador con una formación tan enciclopédica como Habermas conmine a la filosofía a seguir su estela histórica y a reapropiarse de nuevo hoy de aquellos contenidos religiosos que pueden ser explotados secularmente. En
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