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Mi Europa. Dos ensayos sobre la llamada Europa Central

El Acantilado. Barcelona (2005). 173 págs. 15 €. Traducción: Iri Lech, Jerzy Slawomirski y Anna Rubió.

TÍTULO ORIGINALMoja Europa. Dwa eseje o Europie zwanej Srodkowa

GÉNERO

Los autores de estas reflexiones sobre lo que se ha llamado la Europa del Este, y que ellos insisten en llamar Europa Central, coinciden en la fecha de nacimiento (1960). Yuri Andrujovich, ucraniano, y Andrzej Stasiuk, polaco, dos nuevos valores de la literatura centroeuropea, han escrito una obra pequeña en extensión y densa en contenido. «Ensayo» es un término limitado para calificar un libro que tiene bastante de poesía, narrativa, autobiografía y, por supuesto, filosofía. En el caso del ucraniano Andrujovich, su estilo está impregnado de un sentido del humor que oscila entre lo delicado y lo caricaturesco.

Su «Revisión centroeuropea», primero de los dos ensayos de la obra, recrea con soltura el paisaje y las gentes de Ucrania occidental, en otro tiempo parte del Imperio austro-húngaro y de Polonia. Aflora en él la atmósfera de un tiempo extinguido, aunque nunca del todo, un ejercicio de arqueología poética donde las referencias son los objetos familiares o los encontrados en los mercadillos, unas coordenadas de la memoria que la época soviética no pudo suprimir.

Sin embargo, en el tiempo presente, Andrujovich confiesa su escepticismo ante la nueva Europa, supuestamente unificada, en la que no existirían fronteras ni conflictos, en la que sus habitantes son amables, ricos y tolerantes. En ella se habla mucho del «futuro», pues se ha instalado en una especie de «posthistoria», pero a Andrujovich le interesa mucho más el «ahora».

El segundo ensayo del libro, debido al polaco Andrzej Stasiuk, lleva el título de «Cuaderno de bitácora», y es un curioso recorrido por lo que podríamos calificar de «geografía poética» de Europa, centrada sobre todo en el espacio centroeuropeo y balcánico. Aquí no sólo destacan las observaciones irónicas sobre el contorno de los países en los mapas, sino también las descripciones de la gente concreta: las ancianas que toman el sol, los que pasean por una feria popular… De ahí surge toda una reflexión sobre la inmovilidad del hábitat centroeuropeo, mucho más humano, sin embargo, que el paisaje urbano de Europa occidental con su multiplicidad de edificios de cristal, acero y aluminio.

Este ensayo tiene un poso de melancolía profunda, nacida de la inquietud por el porvenir de Europa Central, una tierra que para Stasiuk tiene más de isla flotante que de tierra firme.

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