Los nietos del Cid

Andrés Trapiello

GÉNERO

Planeta. Barcelona (1997). 405 págs. 3.400 ptas.

Al igual que ya hiciera en Las armas y las letras (ver servicio 71/94), donde analizó la actitud de los escritores españoles durante la guerra civil, Andrés Trapiello examina ahora el papel de los escritores de la Generación del 98, cerca ya de cumplirse el primer centenario del desastre militar que daría nombre a este movimiento literario. Continúa así su relectura de la literatura española del siglo XX, todavía a merced de los criterios políticos y sociológicos.

Sus opiniones rebosan agudeza literaria y conocimientos de la época, a la que ha dedicado años de estudio y de rastreo casi policiaco en todo tipo de fuentes literarias, cartas, libros, revistas y periódicos. Trapiello huye del tono erudito y académico, fiel a su estilo de hacer literatura basándose en la propia literatura.

Trapiello comienza por rechazar la etiqueta de Generación del 98 (él prefiere Generación del novecientos), la nómina de sus integrantes (que él amplía considerablemente) y, también, la tiranía metodológica que suele imponer el concepto mismo de generación, con un estudio parcial y aséptico de los fenómenos literarios. Sus juicios se imponen sobre la tradición y los tópicos, y no le importa caer en la polémica. Trapiello rechaza la preocupación por España como aglutinante de los miembros del 98. Reivindica la figura de Galdós como maestro de toda la generación, aunque no lo quisieran reconocer. Critica la literatura de Valle-Inclán (como dice Trapiello, Valle y Antonio Machado han sido hasta hoy día escritores acorazados contra las críticas que han recibido, por ejemplo, Baroja, Azorín y Unamuno, más por criterios políticos que literarios). Valle le parece un escritor más preocupado por forjarse una leyenda que por dar coherencia estética a su desigual producción literaria.

Pero lo más novedoso es la galería de escritores que Trapiello rescata, esos escritores tachados de menores que han sido expulsados o reducidos a la mínima expresión en las historias de la literatura. Trapiello resucita el papel literario que desarrollaron, entre otros, Enrique Gómez Carrillo, Eugenio Noel y José María Salaverría, las novelas de Manuel Ciges y Gustavo Maeztu, las memorias de Corpus Barga, las poesías de Emilio Carrere, Fernando Fortún y Tomás Morales… Y en este repaso se cuestiona también la vigencia de las novelas de Blasco Ibáñez y Pérez de Ayala, y el teatro de Benavente, un escritor que le cae poco simpático.

Los juicios literarios de Trapiello provocarán, como ya ocurrió en su libro Las armas y las letras, críticas y polémicas; en literatura, muchas cosas son opinables. Lo que nadie discute es la fascinación, la pasión y la calidad estilística con las que Andrés Trapiello escribe sobre la literatura.

Adolfo Torrecilla

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