Los mártires de Pyongyang

Sajalín.

Barcelona (2014).

284 págs.

20 €.

Traducción: Damià Alou.

TÍTULO ORIGINALThe Martyred

GÉNERO

Richard E. Kim nació en Hamhung, Corea, en 1932. Participó como militar en la guerra de Corea (1950-53), que acabó con la división del país entre el Norte y el Sur. Al acabar la guerra decidió emigrar a Estados Unidos, donde se dedicó a la literatura. Esta novela, publicada en 1964, es su obra más conocida. Falleció en 2009.

El autor se inspira en su propia biografía para ambientar la novela. Los hechos transcurren en 1950, casi al inicio del enfrentamiento entre Corea del Sur contra los comunistas del Norte, que cuentan como aliados a China y la URSS. Pyongyang, una de las ciudades más codiciadas por los dos ejércitos, ha sido recuperada por el ejército del Sur, aunque la situación es crítica ante el constante asedio del ejército del Norte apoyado por tropas chinas.

El narrador es el capitán Lee, un profesor universitario enrolado en el ejército. Cuando llega a su nuevo destino, recibe el encargo de investigar lo sucedido con unos sacerdotes protestantes que habían sido asesinados por las tropas comunistas. Los comunistas detuvieron a catorce sacerdotes, asesinaron a doce y dos quedaron en libertad. Las tropas de Corea del Sur quieren utilizar estos trágicos sucesos como parte de su campaña propagandística para desacreditar al ejército comunista, enemigo de la religión (al acabar la Guerra de Corea en 1953, más de diez mil cristianos fueron martirizados por el régimen de Kim II-sung de Corea del Norte).

Lo que tiene que hacer el capitán Lee es indagar qué es lo que ocurrió realmente y cuál es la versión de los hechos que tienen los dos sacerdotes que salvaron la vida, uno joven, que ha perdido la cabeza, y un sacerdote mayor, Shin, enfermo y con un gran carisma personal. Entre los sacerdotes asesinados se encuentra el padre de uno de sus mejores amigos, el capitán Park, quien acaba viajando también a Pyongyang para conocer con detalle la muerte de su padre, a pesar de que padre e hijo, por cuestiones religiosas, habían renegado públicamente el uno del otro. El capitán Lee se encuentra en medio de una complicada encrucijada, pues los motivos religiosos le impiden analizar los hechos de una manera fría y objetiva.

Con un contexto dramático y bélico, el autor plantea un interesante y profundo conflicto existencial y religioso, contado al principio de manera morosa y un tanto enrevesada para los lectores, pues no tienen todavía la necesaria información para valorar el alcance de esos sucesos y sus consecuencias. La novela contiene muchos diálogos densos, en los que los personajes aportan su visión de lo que pudo haber sucedido, cada uno desde su perspectiva. Pero el capitán Lee, a medida que conoce mejor los hechos, sabe que la clave de todo reside en la conciencia del sacerdote Shin, con el que ha entablado una inesperada amistad.

Resulta muy atrayente el personaje del sacerdote Shin, testigo directo de unos hechos que podían volverse en su contra. Pero la valiente confesión de Shin ante sus feligreses sobre lo sucedido y su ejemplo de entrega y abnegación ante los cristianos supervivientes le han convertido en un símbolo de la resistencia y de la grandeza de la religión. Shin, sin embargo, esconde un demoledor secreto que solo conocerá el capitán Lee, no creyente y quien no acaba de entender los mecanismos de la fe.

Richard E. Kim ha sido comparado con Dostoievski y Albert Camus. Con los dos comparte el sentido trágico de la existencia. En la novela esta sensación se agrava más todavía por la dura realidad en la que transcurren los hechos, con la virulencia de una guerra fraticida. Con este contexto trágico y también religioso, la respuesta que ofrece Kim está en la línea agónica y atormentada que dieron tantos escritores europeos a mitad del siglo pasado, cuando el existencialismo era la moda imperante.

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