Los últimos testigos

Lumen. Barcelona (2006). 458 págs. 21,50 €. Traducción: Isabel Núñez.

TÍTULO ORIGINALHeir to the Glimmering World

GÉNERO

Rose Meadows es una joven huérfana de el Bronx que encuentra trabajo al servicio de la familia Mitwisser, refugiados alemanes en Nueva York, que huyen de Hitler para desembarcar en un país al borde de hundirse en la Depresión. Mientras que el patriarca de la familia se dedica al estudio de una secta judía, el caraísmo, su mujer deambula por la casa, enfermiza y ensimismada. Los hijos más pequeños, desatendidos, se han vuelto casi salvajes, mientras que la hija mayor se comporta como una mujer envejecida y de mal carácter que se ha hecho con las riendas de la casa. La vida de estos personajes se entrelaza con la de James A’Bair, heredero de la fortuna de un escritor de literatura infantil que bajo su disfraz de benefactor de la familia Mitwisser oculta un carácter rencoroso y vengativo.

Basándose en el punto de vista de la muchacha, la autora retrata la vida de una familia desubicada por el exilio, mostrando cómo la desestructuración afecta tanto al carácter de sus miembros como a las relaciones entre ellos. Todos los personajes intentan huir de una realidad caótica a través de ensoñaciones o de un tipo de locura anhelada como refugio donde volverse invulnerables. El tratamiento del propio James también lo convierte en otra especie diferente de refugiado, en este caso huyendo de las complicaciones que le ha reportado la fama.

Cynthia Ozick (Nueva York, 1928) además de novelista es conocida por sus ensayos sobre la tradición hebrea. En «Los últimos testigos» entrelaza ambos géneros de un modo que, a pesar de sus cualidades, no acaba de resultar totalmente satisfactorio. Lo más destacable, por su patetismo, es la figura del padre, un pensador perdido en una investigación absurda y totalmente ajeno a la realidad. Por lo demás, aunque la novela está llena de buenas intenciones, no acaba de concretarlas en personajes de carne y hueso. La ingenuidad de la narradora actúa como un filtro que impide percibir sin mediación el carácter del resto de los personajes, mucho más interesantes que ella misma.

Esther de Prado Francia

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