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Los grandes pensadores de la política

Alianza Editorial. Madrid (2008). 199 págs. 6,50 . Traducción: Elena Bombín Izquierdo.

TÍTULO ORIGINALLes grands penseurs de la politique

hilippe Corcuff, profesor del Instituto de Estudios Políticos de Lyon, ofrece una visión histórica de la Filosofía Política. Dirigida al gran público, esta obra resume en apenas doscientas páginas las grandes concepciones de la política y del Estado y, obviamente, el autor no ha tenido más remedio que simplificar. Sin perjuicio de ello, es cierto que tanto en la selección de los autores más representativos como en los problemas que plantea, se percibe que Corcuff adopta una perspectiva crítica con el sistema capitalista, sin renunciar a los logros de la democracia liberal.

J

unto con los indispensables Platón y Aristóteles, se encuentran sencillos análisis de las ideas políticas de Tomás Moro, Maquiavelo, Hobbes, Montesquieu y Rousseau, sin descuidar autores “olvidados” por los especialistas, como La Boètie. Injustificada está, por otro lado, la omisión de cualquier referencia al pensamiento medieval o a sus instituciones políticas.

Pero este libro acierta al dedicarse a exponer pormenorizadamente el pensamiento político contemporáneo; Corcuff no se refiere exclusivamente al liberalismo expuesto por Rawls, ni a su polémica con el comunitarismo, sino que destaca las aportaciones de la política del reconocimiento (Honneth o Frazer, por ejemplo), y las implicaciones prácticas de la filosofía de H. Jonas o E. Lévinas.

El capítulo dedicado a la posmodernidad es de los más amplios e interesantes, pero también el más discutible. El profesor francés establece una clara diferenciación entre lo que considera políticas sustancialistas o universalistas, que engloba dentro de los fundamentalismos sin ahondar en más explicaciones, y aquellas otras que, a su juicio, son más coherentes con los contextos sociales pluralistas, las relativistas.

Ello le lleva a pasar por alto las aportaciones de grandes teóricos del siglo XX, como L. Strauss o E. Voegelin, con la excusa -poco científica, por cierto- de su falta de “argumentación crítica”, y centrarse en Derrida, Merleau-Ponty o Lefort. En cualquier caso, es posible detectar cómo las propuestas políticas de los posmodernos terminan concibiendo la política como un juego de poder entre cosmovisiones antagónicas. Al destacar el pluralismo y la divergencia de opiniones frente a lo que une y afianza la solidaridad, no sirven para explicar el orden social ni para proteger las convicciones que sustentan las sociedades democráticas.

En Los grandes pensadores de la política se podrá encontrar una introducción sencilla y asequible de los problemas políticos que se han planteado a lo largo de la historia de la filosofía. Es este su mayor mérito. Las conclusiones de Corcuff y, en general, la última parte de este ensayo, sin dejar de ser polémicas, resultan también de interés para comprender el camino que ha tomado la política en estos últimos años, así como las paradojas y consecuencias de una filosofía política que, por principio, renuncia a cualquier tipo de fundamentación.

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