Los 7 hábitos de las familias altamente efectivas

Palabra.

Madrid (2014).

496 págs.

19,80 €.

TÍTULO ORIGINALThe Seven Habits of Highly Effective Families


Una versión de esta reseña se publicó en el servicio impreso 43/14

Stephen Covey no necesita presentaciones, como tampoco las necesita su libro. Como no podía ser de otra manera, este texto es deudor del best-seller Los siete hábitos de la gente altamente efectiva, que el autor publicó en 1989. En el caso de las familias, ser altamente efectivas significa tener unas relaciones plenamente satisfactorias y estables, algo que en este mundo turbulento resulta harto complicado.

No se trata de dar recetas milagrosas, no las hay, sino de adquirir una nueva mentalidad y unas nuevas habilidades que nos permitan responder con efectividad a los nuevos desafíos.

El mundo está cambiando a gran velocidad y la velocidad del cambio aumenta cada vez más. La solución no pasa por realizar cien prácticas nuevas, por estar buscando continuamente técnicas más novedosas, sino por establecer un marco básico de principios fundamentales que puedan aplicarse en cualquier situación. Según Covey los siete hábitos que él propone crean este ámbito y nos proporcionan una forma de pensar y de ser con la que sabremos qué hacer y cuándo actuar. Respecto a cómo hacerlo, añade, se requiere habilidad y eso implica práctica.

¿Cuáles son esos siete hábitos? El primero es ser proactivo, ser responsable de las elecciones que uno hace y tomar decisiones basándose en principios y valores, no en estados de ánimo u otras circunstancias. El segundo consiste en comenzar con el fin en la mente, lo que significa que debemos tener una declaración de misión matrimonial o familiar clara, una visión mental del futuro, un propósito, un proyecto. El tercer hábito supone poner primero lo primero, es decir, tener claras las prioridades tal y como quedan declaradas en la misión familiar; es su célebre recomendación, “lo más importante es que lo más importante sea lo más importante”, aplicada a la familia.

Covey llama al cuarto hábito Pensar “ganar-ganar”. En oposición a la actitud egoísta (ganar-perder, gano yo aunque pierdan los otros) y la actitud mártir (perder-ganar, pierdo para que ganen los demás), resulta mucho más efectivo pensar en términos de beneficio recíproco, fomentando el apoyo y el respeto mutuo. La familia es un “nosotros” que desarrollan acuerdos bajo el principio de “ganar-ganar”. Estrechamente relacionado con este cuarto hábito está el quinto: Procura primero comprender y después ser comprendido, así se construyen relaciones profundas de confianza y amor. En efecto, primero hay que escuchar para comprender la forma de pensar y los sentimientos de los otros, y después comunicar los propios pensamientos y sentimientos.

Los dos últimos hábitos consisten en sinergizar y afilar la sierra. Sinergizar es saber utilizar las fortalezas individuales y familiares en provecho del conjunto. No se trata de buscar una simple cooperación, sino de una cooperación creativa, que establezca una cultura mutua de solución de problemas y aprovechamiento de oportunidades. Pararse a afilar la sierra es el hábito de repostar y de realizar labores de mantenimiento en las cuatro áreas clave de la vida: física, social, mental y espiritual. La cultura familiar que hemos creado necesita de ingresos constantes en la Cuenta del Banco Emocional, como lo llama el autor, para renovarnos personalmente y no caer en la entropía familiar.

Una familia se parece a un árbol de bambú chino. Cuando se planta la semilla, no se ve más que un pequeño bulbo durante cuatro años, porque todo su crecimiento se produce bajo tierra. Durante esos años de crecimiento oculto y silencioso, el árbol echa enormes raíces que se agarran con fuerza al suelo. Al quinto año el árbol comienza a crecer y a crecer hasta llegar a alcanzar una altura de veinticinco metros. “Mucho de la vida de una familia, afirma Covey, es como el árbol de bambú chino. Uno trabaja e invierte tiempo y esfuerzo, y hace todo lo posible para nutrir el crecimiento y en ocasiones no se ve nada durante semanas, meses o incluso años. Pero si se es paciente y constante, si se sigue trabajando y alimentando, ese ‘quinto año’ llegará y nos asombraremos del crecimiento y el cambio que se ha producido”.

El libro de Stephen Covey es fácil de leer, pero resulta quizá excesivamente largo. La extensión queda justificada por la inclusión de cientos de historias, ejemplos, anécdotas, citas, así como de ideas y reflexiones, cuadros y ejercicios, y porque un hábito para asentarse necesita ejercitarse setenta veces siete.

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