Las siete hijas de Eva

TÍTULO ORIGINALThe Seven Daughters of Eve

GÉNERO

Debate. Madrid (2001). 302 págs. 2.900 ptas. Traducción: Juan Manuel Ibeas.

Bryan Sykes, profesor de Genética de la Universidad de Oxford y una de las mayores autoridades mundiales entre los estudiosos del ADN mitocondrial, introduce al lector en lo que bien podría considerarse como el primer viaje molecular hacia nuestro pasado remoto. «Guiados por los intactos hilos genéticos que nos conectan con nuestros antepasados -escribe Sykes-, podemos viajar en el tiempo hasta una época anterior al alba de la historia, hasta un mundo de hielo y nieve, de montañas peladas e interminables llanuras, para conocer a aquellas notables mujeres: las siete hijas de Eva».

Y es que el profesor Sykes, como fruto de largos años dedicado a la investigación de nuestros genes, primero en las remotas islas de Polinesia, y más tarde en Europa, ha llegado a la conclusión de que todos los europeos actuales descienden de siete mujeres que vivieron en distintos periodos de los últimos 45.000 años y de las cuales conservan unas características señales genéticas. Este libro viene a ser, de hecho, una recreación, a la luz del potente foco de la genética, de las vidas imaginadas de estas siete mujeres, las «madres» de los europeos, que el profesor Sykes ha bautizado con los nombres de Úrsula, Xenia, Helena, Velda, Tara, Katrina y Jasmine. Un intento, bastante lúcido por cierto, de personalizar los distintos códigos de ADN hallados en su estudio sobre seis mil mujeres europeas.

El autor sostiene que los siete clanes europeos representados por estas mujeres descienden a su vez de uno de los tres clanes genéticos conocidos actualmente en África. Lo que viene a ser un nuevo argumento en favor de la teoría Out of Africa, según la cual todos los humanos modernos procedemos de ancestros primitivos que salieron de aquel continente hace unos 150.000 años. Con ese telón de fondo, Sykes orienta y acompaña al lector desde el presente hasta los comienzos de la agricultura y aún más atrás, hasta nuestros antepasados, descendientes de los cromañones, que cazaban junto a los neandertales.

Desmentida una vieja teoría

Pero este libro supone, además, un cambio drástico en el escenario que hasta ahora recreaba la prehistoria europea. En efecto, durante mucho tiempo se ha defendido la idea de que hace unos 10.000 años los agricultores neolíticos, procedentes de Oriente Medio, no sólo conquistaron Europa, sino que además desplazaron en su avance a gran escala a los cazadores-recolectores mesolíticos, o sea, a los descendientes de los cromañones, quienes a su vez habían desplazado anteriormente a los neandertales. Esta «gran oleada», como la denominó Luca Cavalli-Sforza, el autor y principal mentor de esa hipótesis, no sólo habría traído la agricultura al continente europeo, sino también las lenguas indoeuropeas.

En contra de esa interpretación dominante, Sykes demuestra que la ascendencia materna de los europeos se remonta mucho más atrás, hasta el Paleolítico superior. No hubo una sustitución masiva de los cazadores-recolectores por los agricultores, sino que, muy al contrario, existe una continuidad genética del hombre europeo desde el Paleolítico superior hasta la actualidad. Es la postura que el autor viene defendiendo en los últimos años, no sin haberse visto envuelto en agrios debates. Un reciente estudio del cromosoma Y (Science 2000; 290:1155-1159) confirma de hecho las conclusiones a las que llegó Sykes en sus trabajos con el ADN mitocondrial. Uno de los firmantes de ese estudio es precisamente Luca Cavalli-Sforza, quien finalmente, después de años defendiendo su hipótesis, ha terminado dando la razón a Sykes: el ADN mitocondrial y el cromosoma Y cuentan, en realidad, la misma historia.

El estilo claramente divulgativo, unido al lenguaje didáctico y a la vez riguroso que emplea el autor, convierten esta obra en una narración ágil, amena y a ratos incluso divertida. De este modo, Sykes cumple a la perfección su papel de guía en la apasionante aventura que es la exploración del mapa genético de Europa.

Con la única condición de unos conocimientos básicos de biología evolutiva y de genética, el libro brindará un buen disfrute a cualquier persona interesada por las grandes cuestiones relacionadas con la evolución humana más reciente y con la aplicación de las nuevas tecnologías genéticas en la investigación biológica, histórica y antropológica.

El autor elude en su libro las cuestiones colaterales de orden filosófico o antropológico. Pero, llegado el momento, no ahorra críticas a todas aquellas instancias que, con argumentos generalmente de tipo legalista y materialista, discuten los pros y los contras de patentar los genes, como si estos no fuesen más que una sustancia química como otra cualquiera. «Qué ironía que el ADN resulte ser también el instrumento que nos reconecta con los misterios de nuestro pasado remoto y realza nuestro sentido del yo, en lugar de disminuirlo».

«Después de todo -escribe Bryan Sykes al final de su libro, no sin un halo de misterio-, no se trata de ‘una simple sustancia química’, sino del más precioso de los regalos». Sería interesante saber a quién atribuye Sykes ese regalo.

Octavio Rico

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