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La piadosa idea de Darwin. ¿Por qué se equivocan igualmente ultradarwinistas y creacionistas?

EDITORIAL

TÍTULO ORIGINALDarwin’s Pious Idea: Why Ultra-Darwinists and Creationists Both Get it Wrong

CIUDAD Y AÑO DE EDICIÓNGranada (2015)

Nº PÁGINAS655 págs.

PRECIO PAPEL35 €

TRADUCCIÓN

El título del libro, La piadosa idea de Darwin, no está elegido como un simple reclamo publicitario. El subtítulo ya expresa su beligerancia con los dos bandos siempre en litigio: creacionistas y darwinistas. Lejos de tomar partido por uno u otro, el autor golpea fuerte y donde más duele a ambos, y pone de manifiesto en numerosos pasajes cómo, una vez más, los extremos se unen. Y en los extremos no está precisamente Darwin.

Cunningham es eficaz mostrando la manera en la que los creacionistas han caído prisioneros en la red cultural cientificista tejida por el materialismo ateo. No duda en acusar a los creacionistas de defender una propuesta que, como las materialistas, epistémicamente, es atea (aunque en este caso lo sea de manera implícita). Del mismo modo y de manera más extensa y detallada, porque piensa que culturalmente son hoy los más dañinos, defiende que los ultradarwinistas incurren en un fundamentalismo tanto o más radical que el de sus oponentes creacionistas. Aborda el sustrato metodológico, ontológico y teológico que sostiene a los diversos fundamentalismos y deja clara la comunidad metódica existente entre estos dos polos opuestos.

El autor hace una profunda crítica de la cultura cientificista de nuestro tiempo, de la que autores bien conocidos como Dawkins o Dennett serían subproductos. Pero el autor que está más presente en el texto, coherentemente con el título del libro, y con cuya aportación y herencia se busca entrar en diálogo, es Darwin. Cunningham consigue exponer con claridad y sin maniqueísmos por qué Darwin es un personaje tan importante en la cultura contemporánea y la revolución que supuso su teoría. También deja muy claro por qué los principales enemigos de Darwin son precisamente aquellos a los que él llama ultradarwinistas. De manera semejante a como los creacionistas son, según el autor, enemigos de la religión. Conviene notar que en el texto queda bien explicada la diferencia entre ser creacionista y defender, como él hace, la noción teológica y filosófica de creación. Es una cuestión importante que causa muchas confusiones y que el autor aborda con seriedad.

El estilo de Cunningham es irónico y contundente, pero respetuoso. Las argumentaciones están bien documentadas y no dejan fisuras. No trivializa en ciencia, aunque su discurso se mueve sobre todo en sede filosófica y teológica. Es un maestro en hacer que los argumentos se vuelvan contra aquellos que los usan de manera frívola. El “gen-centrismo” de Dawkins o el “ácido universal” de Dennett son solo dos de sus numerosas víctimas.

Pienso que este libro es un claro ejemplo de cómo el contacto serio con la teología, no solo no es incompatible con la ciencia, sino que consigue elevar el tono del discurso filosófico y permite eludir las trampas en las que se cae fácilmente desde posturas que son apriorísticamente ateas o materialistas, de una parte, o creacionistas de otra. El autor muestra con su discurso cómo la fe no solo no anula la razón, sino que, por el contrario, puede ser el mejor antídoto contra el dogmatismo de cualquier signo. En nuestro entorno cultural constituye uno de sus muchos méritos.

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