La muerte íntima

Plaza & Janés. Barcelona (1996). 223 págs. 1.950 ptas.

TÍTULO ORIGINALLa mort intime

GÉNERO,

«El presente libro se propone explorar un milagro. Cuando la muerte está próxima, cuando reina la tristeza y el sufrimiento, todavía es posible encontrar vida, todavía puede haber alegría, sentimientos y cambios del alma de una profundidad y de una intensidad tales como no se habían vivido antes».

Marie de Hennezel trabaja desde hace años en la atención a enfermos terminales. En este libro habla de su experiencia y la ofrece a una sociedad para la que, a veces, la «buena muerte» es «la muerte brutal, a ser posible en estado de inconsciencia o al menos rápida, a fin de molestar lo menos posible a los que quedan». Desea mostrar «el valor de los últimos instantes de la vida, el increíble privilegio que puede suponer el hecho de ser testigo de tales momentos».

La autora, que ha descubierto ese privilegio en su trato con enfermos terminales, confiesa que su vida ha sido transformada por esa experiencia. Ha aprendido que «el tiempo que precede a la muerte puede ser también el de una realización personal y de una transformación del entorno. Es un tiempo que puede estar lleno de vivencias en un territorio más sutil e interior, el de la relación con los demás». En efecto, «también cuando ya no hay solución puede uno amar y sentirse amado, y muchos enfermos, en el momento de dejar este mundo, nos han dirigido este mensaje apremiante: no dejéis pasar de largo la vida, no dejéis pasar de largo el amor».

Todas las afirmaciones que anteceden son rigurosamente reales y verdaderas. Leer estas breves y ágiles páginas es toparse de cara con ellas, sin disimulos. «Tal vez sea ésta la más bella enseñanza del libro: la muerte puede hacer que un ser humano llegue a ser aquello a lo que estaba destinado; la muerte puede ser, en el sentido más completo del término, un cumplimiento» (del prólogo de François Mitterrand). Treinta o cuarenta historias reales, conmovedoras, son suficientes para romper la costra de prejuicios e indiferencia que casi todos tenemos repecto de las cuestiones últimas. Frente a ellas nuestra actitud habitual es más pobre y desorientada de lo que estamos ordinariamente dispuestos a admitir. Especialmente en el caso, cada vez más frecuente, de que la eutanasia nos parezca una «muerte digna», una solución «humanitaria» para quienes no ven sentido a un sufrimiento incurable.

Las personas que están en esa región especial de tiempo que es la última, la final, ven las cosas de una manera muy diferente a nuestras gastadas valoraciones: son capaces de sentir, orar, amar y vivir con una intensidad con la que nunca antes lo habían hecho. Ellas nos demuestran que «en nuestro interior hay algo mucho más grande que nosotros mismos».

Este libro enseña por eso a devolver a los enfermos terminales lo que son capaces de darnos cuando les miramos a los ojos con ternura y valentía, sin rehuir esa verdad que ellos aguardan y conforme a la cual debemos tratarles. Por eso es tan altamente recomendable para curarse de tópicos y zambullirse en la fascinante realidad que somos nosotros, los mortales.

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