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La libertad a prueba. Los intelectuales frente a la tentación totalitaria

Trotta. Madrid (2009). 212 páginas, 17 €. Traducción: Pedro Madrigal Devesa

TÍTULO ORIGINALVersuchungen der Unfreiheit. Die Intellektuellen in Zeiten der Prüfung

El conocido sociólogo Dahrendorf se propone dar cuenta en este ensayo de un hecho que no por muchas veces discutido deja de tener interés: la continua resistencia de cierto sector de intelectuales ante las seducciones y coacciones de los totalitarismos.

Dahrendorf quiere comprobar qué tienen de atractivo los regímenes liberticidas para llamar tanto la atención incluso de los grandes del pensamiento filosófico y político. Así en las primeras páginas del libro nos encontramos con la figura clásica de Heidegger y su famoso “Discurso del rectorado” de 1933. Pero hay también alguna sorpresa como el caso del sociólogo Karl Mannheim, que tuvo que emigrar de Alemania muy pronto dada su condición de judío, pero que pese a todo tuvo palabras de reconocimiento hacia Hitler, al menos en sus primeros momentos. Explica también Dahrendorf la influencia del Manifiesto Comunista y la huella cruel e indeleble que ha dejado en toda la generación que se estudia, la nacida en los diez primeros años del siglo XX.

La idea de la obra consiste en descubrir las razones que llevaron a algunos espíritus libres a resistirse a los cantos de sirena del totalitarismo, sin negar el atractivo que ejerció. El espíritu que anima la resistencia ante el peligro totalitario no puede ser otro a su juicio que el nacido del liberalismo. Al hilo de esto, el sociólogo intenta elaborar una nueva ética de la libertad a partir de las personalidades que resistieron. Para este fin acuña un término: el erasmismo. Erasmo de Rotterdam aparece como el paradigma del estudioso independiente y de espíritu libre.

Los tres pilares de la libertad en el siglo XX, los eramistas, son, según Dahrendorf, Karl Popper, Raymond Aron, Isaiah Berlin, del que se celebra su centenario (ver Aceprensa 30 de enero de 2009). Eran intelectuales comprometidos, como prueba la formidable obra de Popper, La sociedad abierta y sus enemigos. Se nos muestra también cómo Aron supo vencer la neutralidad en valores que propuso su admirado Max Weber y reunir en sí mismo la ciencia y la acción pública. Acerca de Berlin, Dahrendorf reconoce sus aportaciones doctrinales al liberalismo, aunque también matiza sus dos conceptos de libertad, en un capítulo específico. Otros eramistas del siglo XX desfilan por estas páginas: el filósofo del derecho Norberto Bobbio, Hanna Arendt o el perseguido por el comunismo rumano Jan Patocka.

Como se ha indicado, la obra de Dahrendorf no es ajena a los tiempos que estamos viviendo, por lo que sin permitirse bajar la guardia avisa al lector, en las últimas páginas de esta obra, de una posible revuelta antiliberal. En definitiva, ni siquiera aquel que tenga carácter de mero espectador puede mantenerse sin la disciplina del hombre comprometido, lo que supone pasión y entrega.

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