Nueva novela del prolífico Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1951). En esta ocasión, la historia transcurre en una de las islas Cícladas del Mar Egeo en 1937, en plena Guerra Civil española, cuando en el mar Mediterráneo hubo numerosos enfrentamientos entre la armada republicana y la nacional, bien de manera directa o a través de barcos que trasladaban armamento desde la Unión Soviética, Italia, Turquía y Grecia a los dos bandos.
El principal protagonista de la novela es Miguel Jordán, un brillante marino español de origen griego que es elegido, con un grupo de mercenarios de nacionalidades distintas, para que acabe con el envío de armas y combustible desde puertos de la Unión Soviética a España. La marina de guerra del bando nacional le proporciona una moderna torpedera alemana con la que llevar a cabo las puntuales acciones que le van a encomendar.
Mientras espera las órdenes, el comando vive escondido en una isla griega que es propiedad de un excéntrico y sofisticado matrimonio: un barón griego y una elegante y bella mujer, de nombre Lena, que abandonó Rusia tras la revolución comunista y que trabajaba como modelo en París cuando conoció al barón.
La novela describe los preparativos de las operaciones, la relación de Jordán con los miembros de su tripulación y, también, los encuentros que tiene con el matrimonio, uno de los platos fuertes de la novela, pues ahí la narración se desplaza a un territorio distinto al bélico. Tanto el barón como Lena llevan anodinas vidas paralelas. Su trato es de mera fachada, sin que entre ellos exista ni el más mínimo cariño y amor sino solo una compañía interesada. El barón es un hombre que, tras años de llevar una vida explosiva de placeres y amantes, incluso cuando ya estaba casado con Lena, ha optado ahora por la ataraxia más absoluta. Sin ilusiones ni horizontes, acepta estoicamente su soledad, y también las frecuentes aventuras de su mujer en una isla cercana donde ella vive encuentros pasionales con sus amantes.
Uno de ellos será Miguel Jordán, que está fascinado por el carácter y la belleza de Lena. También ella siente por el marino español algo más que por sus otros amantes, aunque lógicamente todo está mediatizado por las acciones militares que debe llevar a cabo Jordán, que están por encima de todo. Sorprende, y mucho, que Pérez-Reverte, que suele medir muy bien los ingredientes de sus novelas para que tengan apariencia de realismo y de verdad, se rebaje a describir de manera tan puntillista y explícita los encuentros sexuales entre Jordán y Lena y las aficiones sexuales, tendentes a la promiscuidad y al morbo, del barón. Se trata de un ingrediente prefabricado y muy forzado que quizás Pérez-Revete ha incluido para incorporar en la trama un componente que no sea exclusivamente bélico y para añadir a sus protagonistas un barniz literario de pasión y fatalidad. Es cierto que estas escenas son momentos puntuales, pero no encajan en una historia que transcurre por los derroteros de la novela de aventura de marinos y espías.
Una vez más, Pérez-Reverte deja su huella en la creación de unos personajes duros, llenos de tesón, cumplidores, fieles ejecutores de las órdenes que han recibido, que saben dejar a un lado sus valoraciones personales cuando se impone el deber, en uno y otro bando. La novela transcurre en el Mediterráneo y, como en el resto de sus novelas, el ritmo es muy dinámico, como exige la narración, y el autor brilla de manera especial en el relato de las acciones de guerra, en los vivos diálogos y en la detallada ambientación marítima, con excelentes pasajes donde emplea un estilo sólido, certero, eficaz y en ocasiones poético.