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La gran mascarada

TÍTULO ORIGINALLa grand parade

GÉNERO

Taurus. Madrid (2000). 319 págs. 2.950 ptas.Traducción: María Cordón.

El veterano polemista liberal francés, Jean-François Revel, vuelve a alzar su acero retórico contra el marxismo en todas sus formas políticas, con un ensayo largo que, en gran medida, se limita a actualizar las tesis de sus obras más conocidas. Revel vuelve a deslumbrar por su brillante prosa -es un maestro del adjetivo descalificativo y de la frase redonda-. Pero ni sus argumentos atraen ya por su novedad o su osadía intelectual (ya pasó la época de los «intelectuales en chaise longue», y la fauna es más variada), ni el mapa político mundial es el mismo tras el derrumbe del imperio soviético y el enmudecimiento de muchos de sus rapsodas occidentales.

La tesis de fondo de La gran mascarada es más bien la expresión de una sorpresa casi enfurecida. Revel denuncia la ausencia de autocrítica por parte de los intelectuales «de izquierda» ante el fracaso del comunismo, y su obsesión por centrar los males del extinto siglo XX en el liberalismo en todas sus formas. La «mascarada» que denuncia el viejo escritor y periodista francés se podría resumir en que -tras el rotundo fracaso del socialismo soviético- los partidos socialistas o adláteres europeos «predican las ideas de izquierdas pero aplican las recetas liberales». Así se llega a la denuncia de la «utopía socialista». Según Revel, el socialismo de Blair, Jospin o Schröder es inexpugnable, simplemente porque no existe.

La última obra de Revel sería irrefutable si no pecara, por un lado, de excesivo narcisismo (¡ese afán por la autocita, por el «ya lo predije en tal o cual fecha»!); y, por otro, por el proselitismo intelectual de un liberalismo que -como el socialismo que él denuncia- es igualmente utópico. Según Revel, ningún sistema ha sabido hasta hoy aplicar correctamente las recetas liberales, aunque el que ha tendido a ellas es el que más éxito ha cosechado. Al menos, el polemista francés admite que, a diferencia del socialismo, el liberalismo «no es una ideología» y no aspira en consecuencia a crear una sociedad perfecta. Lo liberal según Revel vendría a ser, simplemente, «lo que mejor funcione».

Francisco de Andrés

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