La ciudad y el hombre

TÍTULO ORIGINALThe City and Man

GÉNERO

Katz. Buenos Aires (2006). 344 págs. 22 €. Traducción: Leonel Livchits.

Leo Strauss fue, sin duda, uno de los filósofos políticos más destacados del siglo XX. En «La ciudad y el hombre» denuncia precisamente la decantación partidista del pensamiento político contemporáneo. Strauss aprovecha para reflexionar sobre el futuro de la filosofía política al hilo de la obra de Platón, Aristóteles y Tucídides. Sus comentarios son jugosos, profundos y vivos, aunque a veces se confunda la voz del comentarista con la del filósofo. Quizá la más importante de sus contribuciones sea la de no perder de vista el sentido genuino de los textos, sobre todo en un momento en el que la exégesis clásica ha sido desplazada por tanto deconstruccionismo.

No está de moda afirmar, como hace Strauss, que la manera más idónea de acercarse al fenómeno de la política es estudiando a los clásicos, cuyas preguntas y respuestas resultan ser las mismas que acucian al hombre de hoy. La naturaleza humana no ha cambiado.

La crítica de Strauss a la modernidad le ha granjeado muchos enemigos. A su juicio la Edad Moderna, en cuyo racionalismo terminó disolviéndose la metafísica, entendió mal la tradición clásica. Aristóteles no separaba el bien del individuo del de la comunidad política, hasta tal punto que la virtud -y la felicidad, dependiente de su práctica- tenía una dimensión pública irrenunciable. Por el contrario, con la modernidad «la felicidad se privatiza» y el individuo sólo puede conciliarse con el prójimo gracias al medio coactivo del derecho.

Un precursor de la moderna filosofía política fue Platón, el creador del idealismo político. Como ahora, para el pensador griego, Estado y Sociedad surgen para la satisfacción de las necesidades de los individuos, única forma de mantener la unidad. Los políticos tienen que manejar hábilmente el lenguaje para concitar el asentimiento de las masas. La lectura de la República platónica quizá tenga todavía mucho que sugerir.

Para muchos las críticas de Strauss son exageradas y repite ideas ya conocidas… Su mérito es hacer pensar al lector y llevarle por caminos poco transitados.

Josemaría Carabante

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