J.K. Rowling y Harry Potter: el éxito de la magia o la magia del éxito

Celia Vázquez García y Dolores González Martínez

Universidade de Vigo. Vigo (2001). 146 págs.

A la espera del quinto volumen de Harry Potter, los educadores interesados en sus novelas pueden encontrar jugoso J.K. Rowling y Harry Potter: el éxito de la magia o la magia del éxito, un estudio realizado por dos profesoras de la Universidad de Vigo que baraja con bastante acierto casi toda la información y opiniones disponibles sobre su autora y los libros.

Algunos encontrarán muy útil toda la parte en la que, después de intentar fijar el concepto y la evolución de la literatura fantástica, se colocan las novelas de Harry Potter como el último escalón hasta el momento dentro de la literatura fantástica infantil, de los subgéneros de los mundos imaginarios, de las novelas escolares, de las de niños-detectives. La mayoría quizá disfrutarán más con todo lo dedicado expresamente al tema: influencias que se detectan en Rowling, descripción de cada libro y de los personajes, características de las palabras que usa la escritora y los motivos de su elección, el fenómeno de la pottermanía y las críticas que ha recibido desde distintos ámbitos, y el apartado sobre las acusaciones de plagio. Como corresponde a un trabajo académico, los textos de las novelas van en el original inglés.

Quizá falte un poco de orden y sobre exhaustividad a la hora de recoger toda clase de opiniones: algunas demuestran tanta ignorancia que no merecerían ni mencionarse, por ejemplo indicar como una reminiscencia de la Trinidad al trío formado por Harry, Hermione y Ron; otras merecen ser conocidas aunque a veces tengan, o precisamente porque tienen, el desenfoque propio de los tiempos, como las críticas feministas al papel de Hermione. Las autoras insisten varias veces en que consideran lamentable que, ya que ha dibujado un colegio de magos, Rowling no haya sido más original para presentar propuestas educativas innovadoras, y no les gusta que toda su descripción se quede «en una mera paráfrasis del sistema educativo y social británico». Pero, como las autoras aclaran cuando hablan de las feministas que reprochan a Rowling haber escogido un chico y no una chica como protagonista de su obra, no parece lógico criticar lo que no se ha hecho ni se ha pretendido hacer.

En conjunto, el juicio final que la obra de Rowling merece a las autoras es positivo pero, influidas quizá por tantos comentarios como han leído en su contra y por su gran conocimiento de todos los antecedentes literarios, parecen preocupadas por ponerse a cierta distancia. Así, al concluir su análisis, se indica que son «libros conservadores tanto temática como técnicamente», que Rowling «se nutre de la literatura clásica apropiándose de elementos variados que después enlazará con ligeras modificaciones para obtener un resultado firme y entretenido», que «no crea nuevos modelos de comportamiento sino que mantiene los estereotipos de género», ni «tampoco realiza un esfuerzo lingüístico ni nos impresiona con su originalidad y creatividad». «Definitivamente, (…) no son un dechado de imaginación pero podemos señalar otros aspectos por los que merecen reconocimiento», pues «se pueden encontrar mensajes profundos y éticos en las cuatro novelas (…) como el sacrificio personal, el intento de hacer lo correcto y justo, el respeto hacia los que son diferentes, o la posibilidad de mejora y redención personal».

A estos comentarios finales cabe oponer algunas observaciones. Dejando de lado que habría mucho que precisar sobre qué significa «conservador» en este contexto, olvidando que la dependencia que tiene Rowling de tantísimas fuentes la tiene también Cervantes, por ejemplo, sin entrar a discutir tampoco si comparte estereotipos de género con muchas obras cumbre, sin insistir mucho en que a mí y a muchos sí nos impresiona bastante la tensión narrativa que consigue así como su originalidad y su creatividad en multitud de detalles, estoy completamente de acuerdo en que los libros de la escocesa no tienen comparación literaria posible con la obra de Tolkien. Pero, si estamos hablando de libros infantiles, no es lógico disminuir su mérito: hay que decir claramente que, por comparación con el resto de lo que se publica hoy y también con lo que se ha publicado en el pasado, el conjunto de los cuatro libros sobre Harry Potter es la serie más atractiva con diferencia y, en algunos aspectos, también la más valiosa. No es lógico atribuir su éxito a una campaña de publicidad, cuando es obvio que la publicidad puede hacer que un padre compre a su niño un libro de setecientas páginas, pero de ninguna manera sostendrá el esfuerzo del niño, página tras página, si el libro no le gusta. La verdadera lección es ésta: si los niños no leen más es porque muchos otros libros que se les intentan dar son un verdadero rollo y, por tanto, el desafío para los adultos está en hacerles conocer y enseñarles a valorar otros libros que les pueden atrapar tanto como los de Harry Potter.

Luis Daniel González

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