Dentro de los estudios sobre el mundo clásico, uno de los debates más controvertidos es, sin duda, lo que se ha llamado la “cuestión homérica”: ¿Existió Homero?, ¿quién escribió realmente la Ilíada y la Odisea?, ¿son del mismo autor?… Las investigaciones y publicaciones al respecto son innumerables. Robin Lane Fox, fellow emérito del New College de Oxford, acomete el tema con rigor y con un esfuerzo no pequeño por ser divulgativo. El trabajo final –esté uno o no de acuerdo con sus audaces conclusiones– es encomiable, y en ningún caso se puede decir que divague o pase de puntillas.
El libro se divide en cinco partes: las tres primeras se dedican propiamente a la “cuestión homérica”, mientras que en las dos últimas el autor se detiene en aspectos concretos del poema para responder a la pregunta de por qué la Ilíada, la legendaria epopeya que describe tan solo cincuenta días del décimo año de la guerra de Troya, sigue teniendo hoy en día tanta fuerza. Respecto a su proceso de composición, al quién, dónde, cómo y cuándo, las argumentaciones del profesor de Oxford, resultado de una vida de investigaciones, se basan en el propio texto y en datos históricos y arqueológicos.
Para él, Homero fue un poeta que no sabía ni leer ni escribir, pero que compuso de manera oral y dictó a su familia –quizás como herencia– el poema que constituye la base de lo que nos ha llegado, hacia los años 750-740 a. C. Afirma que Homero visitó Troya, o bien lo hizo un informante suyo y, justificándose en rasgos dialectales y detalles del propio poema, concluye que fue compuesto en algún lugar entre Éfeso y Mileto. Además, aunque según él no es un dato fundamental para la comprensión y disfrute de la Ilíada, sostiene que no existió la guerra de Troya, sino que es una invención creada en la llamada “edad oscura”, entre los siglos XI y IX a. C.
Por otro lado, el autor hace su selección de los diez mejores cantos entre los veinticuatro que componen la Ilíada –uno por cada letra del alfabeto griego– y los analiza. También en este apartado estudia los rasgos heroicos de Aquiles, Héctor, Patroclo, Agamenón… La Ilíada tiene más de quince mil versos y la riqueza del texto y su antigüedad sobrecogen, con tanta más fuerza cuanto más se profundiza en él. Lane Fox destaca las enseñanzas morales de los héroes, los valores propios de los certámenes deportivos propios de los juegos fúnebres, o el amor por la guerra y su violencia, descrita con gran dramatismo. En la quinta parte aborda tres mundos paralelos que Homero sitúa enmarcando la acción principal: el de los dioses y diosas que apoyan a uno u otro bando; las mujeres, especialmente Andrómaca, Hécuba, Helena, y el ámbito de la naturaleza, al que Homero se refiere con frecuencia por medio de símiles.
Lane Fox afronta las controversias y esgrime argumentos contra las teorías de muchos. Aunque no haya pruebas concluyentes, en todo caso el amor del autor por la Ilíada impele a leerla o releerla. Para él, es la mejor epopeya del mundo y el mejor poema de todos los tiempos. Y ese amor es contagioso.