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Hijos de la razón

Edhasa. Barcelona (2001). 285 págs. 14,42 €.

GÉNERO

Jordi Gracia es un prestigioso crítico literario, profesor en la Universidad de Barcelona y autor de varios estudios sobre la literatura española reciente. En este libro trata de un periodo sometido a diversas interpretaciones, muchas de ellas superficiales y todavía tendenciosas.

El punto de partida y eje del estudio es «el despliegue de la razón y los contraluces de la libertad como modo de comprender lo que ha sucedido en dos décadas largas de literatura en España». La literatura española última está muy ligada a las vicisitudes históricas y políticas del presente y del pasado inmediato. Quizá esa cercanía hace inevitable que Gracia utilice un tono muy subjetivo y personal en sus comentarios, a veces muy discutibles.

En relación con el franquismo, Gracia propone revisar con otros métodos el pasado para liberarlo de la visión ingenuamente infantil con que la izquierda, en líneas generales, lo ha despachado.

A continuación aborda de una manera general la evolución de la poesía, sobre todo la poesía de la experiencia. Le siguen el ensayo y la novela. Sobre ésta, destaca la influencia renovadora de la literatura hispanoamericana, que ha derivado en la multiplicidad de voces, temas e intenciones, y al fin en la mezcla de géneros literarios para superar «el descrédito de la imaginación». El peso del factor comercial no es algo que Gracia oculte en Hijos de la razón, pero sin caer en la crítica negativa reconoce que, si bien es cierto que el mercado ha hecho proliferar muchas malas novelas, también lo es que no ha impedido que surgieran unas cuantas plumas autónomas y originales (Álvaro Pombo, Javier Marías, Juan José Millás, Antonio Muñoz Molina, Enrique Vila-Matas y Miguel Sánchez-Ostiz).

Gracia presta atención al auge de los diarios íntimos, en los que es un experto, y a la función de la crítica literaria en el contexto actual. Curiosamente, no trata el auge de los libros de memorias, otra variante de la misma tendencia. El capítulo dedicado a la crítica es un tanto ambiguo. Afirma que «la crítica cuenta sólo entre críticos, que parecen ser sus únicos lectores». Idea sugerente, sobre la cual valdría la pena una reflexión más pegada a la realidad actual.

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