El Presidente, el Papa y la Primera Ministra

EDITORIAL

TÍTULO ORIGINALThe President, the Pope and the Prime Minister

CIUDAD Y AÑO DE EDICIÓNMadrid (2007)

Nº PÁGINAS544 págs.

PRECIO PAPEL28 €

TRADUCCIÓN

GÉNERO

Los libros de historia suelen reservar un sitio especial en sus análisis a sus protagonistas, convertidos en responsables únicos de sus éxitos y fracasos. La historia se suele ver reducida a un conjunto limitado de decisiones, eventos y relaciones en las que lo personal ensombrece cualquier otro tipo de lección de la “intrahistoria” unamuniana.

Desde esta perspectiva, John O’Sullivan -director del Hudson Center for European Studies, y editor del National Review Magazine– ha escrito un libro de historia contemporánea tremendamente interesante, en el que a través de las vidas y las buenas relaciones de Ronald Reagan, Juan Pablo II y Margaret Thatcher se van conociendo muchos cómos y algunos porqués de las dos últimas décadas de la guerra fría. En estos años vemos la evolución del comunismo en Polonia, y el apoyo material a Solidaridad; la crisis de las Malvinas (con la cambiante actitud de Reagan, y el equilibrio de conciliación de los viajes de Juan Pablo II a los países en guerra); el papel que desempeñaron Reagan y Juan Pablo II en Centroamérica ante la teología de la liberación y las guerrillas comunistas.

Los tres tenían en común su claridad de ideas, basada en su visión trascendente del hombre, su empuje y optimismo vital, que les llevaba a tratar de resolver los problemas sin escudarse en su complejidad, lo que conduce a la parálisis; el haber visto la muerte de cerca, en atentados que a punto estuvieron de costarles la vida; la incomprensión de los que les rodeaban y los ataques, jaleados desde Moscú, de cierta intelectualidad progresista. Quizás el mejor resumen lo hace el autor para referirse a Reagan, pero podría aplicarse al resto: “idealista al elegir sus objetivos, duro a la hora de defenderlos y flexible para lograrlos”.

O’Sullivan va recorriendo de manera cronológica, y en paralelo, los principales acontecimientos de este periodo histórico. Las relaciones entre los tres personajes proporcionan algunas sorpresas como la condescendencia con la que Reagan capeaba las broncas de Margaret Thatcher, o la complicidad total de Reagan y Juan Pablo II en las negociaciones para el control de armamento.

Sorprende especialmente el planteamiento del papel de Juan Pablo II. O’Sullivan ve su tarea como una labor espiritual con un contenido liberador, y por tanto tremendamente eficaz, en la caída del comunismo. Esta perspectiva, deudora de la biografía de George Weigel, se aleja de las clásicas visiones que presentan a la Iglesia como un actor de poder más, juzgando su labor desde parámetros geopolíticos de influencia.

El libro se lee con interés, gracias a su forma cercana y vibrante, y, a pesar de las carencias de la traducción, se parece, en cierta manera, a sus protagonistas: claro en su planteamiento, sencillo en su exposición y tremendamente sugestivo.

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