Hay obras de arte que no existirían sin la técnica del ingeniero. El Peine del Viento, de Eduardo Chillida, es una de ellas. Hoy día es un motivo de orgullo colectivo en San Sebastián, un símbolo de la ciudad, un punto de referencia para los visitantes. Hace ahora 30 años que culminó su instalación, como final de un proyecto que Eduardo Chillida (1924-2002) meditaba desde hacía tiempo. Pero este libro no pretende analizar la obra del escultor, sino la ingeniería de su colocación.
En los años sesenta un grupo de amigos de Chillida era ya consciente de su talla internacional como escultor, y decidieron rendirle un homenaje haciendo posible el Peine del Viento. En esta empresa, Chillida puso su arte; Patricio Echeverría aportó el hierro y la forja; y el ingeniero José María Elósegui plasmó con su técnica la idea del escultor. Pues sin ingeniería es imposible incrustar tres esculturas de 10 toneladas cada una en la roca de un acantilado.
Este libro recoge los antecedentes de la obra, su evolución, el proyecto final de Chillida y los estudios técnicos del ingeniero de Caminos José María Elósegui para colocar el Peine del Viento. Elósegui responde en una entrevista a los problemas que tuvo que resolver y expone las soluciones que se adoptaron. Un conjunto de fotografías deja también testimonio de los trabajos de colocación. La autora del libro, hija del ingeniero Elósegui, hoy jubilado, ha logrado reunir unos testimonios y una documentación que ayudan a entender una escultura colosal, en el doble sentido de la palabra. Arte y técnica van aquí de la mano para hacer posible una obra que fue un hito en la trayectoria de Chillida y en la ciudad de San Sebastián.
