El héroe discreto

Alfaguara.

Madrid (2013).

383 págs.

19,50 € (papel) / 9,99 € (digital).

GÉNERO


Una versión de esta reseña se publicó en el servicio impreso 79/13

Un pequeño empresario de la ciudad provinciana de Piura sufre la extorsión por parte de una sociedad mafiosa; a mil kilómetros de allí, en la capital, un multimillonario limeño planea una venganza contra sus dos hijos, un par de sinvergüenzas que amenazan con destruir la fortuna familiar. Estas dos historias discurren en paralelo y, como suele ocurrir en las novelas del autor, terminan por confluir de forma sorprendente.

Vargas Llosa las maneja con la desenvoltura profesional que le caracteriza y consigue una novela con héroes en clave menor, menos sórdida y más luminosa que en otras ocasiones. Esto no quiere decir, por supuesto, que no se reiteren temas y personajes obsesivamente frecuentes en su mundo literario. Vuelve el sargento Lituma, aunque no salgan las cuentas desde su primera aparición en La casa verde (1966). Vuelve don Rigoberto, el erotómano cultivado de Los cuadernos… (1997) y de Elogio de la madrastra (1988). Por la misma razón algunos temas recurrentes, como las fantasías eróticas, hacen su aparición, aunque no ocupen el primer plano.

Hay, sin embargo, una voluntad por centrarse más en las personas “decentes”, dentro de los cánones de una moral laica y burguesa, que en otros personajes perturbados o siniestros. Las grandes novelas de Vargas Llosa, como La fiesta del chivo o Conversación en la Catedral, han creado monstruos memorables, personajes malvados hasta límites diabólicos. Nada de esto se encontrará en su último libro, en donde los malos se comportan como simples monigotes y los héroes son, según reza el propio título de la novela, grises y discretos ciudadanos.

Vargas Llosa, en los últimos tiempos, parece interesarse por la revelación del mundo de la luz, más que por el de las tinieblas que fue el que le consagró. El sueño del celta era la fallida revisión histórica de un auténtico héroe que, sin embargo, tenía una vida oculta de pederasta. En cambio, Felícito Yananqué, el honrado empresario piurano, tiene debilidades más perdonables. Sobre todo destaca por su valentía frente a la extorsión y, seguramente, porque quiere mostrarse en él a un ejemplo del milagro económico peruano de los últimos años. El color local de Piura, ciudad amada por Vargas Llosa, y de los barrios elegantes de Lima son otros de los puntos fuertes de esta novela que, sin ser ni de lejos una obra maestra, se deja leer con agrado y se sitúa en un punto medio dentro de la prolífica y desigual trayectoria de su autor.

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