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El existencialista hastiado. Conversaciones con Albert Camus

TÍTULO ORIGINALAlbert Camus and the Minister

GÉNERO

Voz de Papel. Madrid (2005). 180 págs. 12 €. Edición y estudio introductorio de José Ángel Agejas. Traducción: Julio I. Hermoso.

¿Reside todo el hombre en el autor? ¿Sabemos de sus entresijos vitales por su obra literaria? Albert Camus (1913-1960), Premio Nobel del literatura, vertió su búsqueda existencial en «El extranjero», «La peste» y tantos otros libros considerados paradigma del existencialismo. Es sabido que indagó literariamente en el sentido de la vida, cuando ésta se muestra transida por la nada, por el absurdo. La vitola existencialista no es, por eso, la misma para Camus que para Sartre, que ofreció una filosofía también existencialista, pero ya construida.

La búsqueda de Camus, no como autor, sino como hombre aparece en este libro que ofrece las conversaciones que tuvieron lugar entre Howard Mumma, pastor metodista, y Albert Camus en la década de los cincuenta. Camus se había dirigido al pastor, con el que entabló amistad, en su búsqueda de una trascendencia que superase el sinsentido que le atormentaba. José Ángel Agejas, editor y autor del estudio introductorio, ofrece cuatro categorías clave para comprender a Camus: absurdo, nostalgia, justicia y rebelión. Si dejamos a un lado la nostalgia, en los Cuadernos de 1957, el propio Camus establece que el conjunto de sus trabajos comprende tres ciclos. Éstos se corresponden con las categorías expuestas a través de un personaje de la mitología griega: Sísifo, Prometeo y Némesis, que se corresponden con obras suyas emblemáticas.

La tesis que aventura Agejas consiste en mostrar la apertura doliente de Camus a la gracia de Dios, a través de su búsqueda del sentido. Y ofrece una interpretación más serena del absurdo y de la nada que aquellas que han utilizado a Camus para supuestamente corroborar la tesis de que todo verdadero intelectual ha de ser, como mínimo, agnóstico.

¿Puede un testimonio de este tipo, carente de las exigencias de todo documento, tener el mismo valor, o la misma influencia intelectual, que la literatura de Camus? ¿Puede ponerse en paralelo unas conversaciones que el propio Camus quiso que se mantuvieran en la confidencialidad con aquellos textos que el paladín del existencialismo nihilista quiso publicar? ¿No se pretende, más bien, mostrar al hombre, que busca un amigo a quien preguntar por Dios, por la Biblia, por el sufrimiento del inocente? Que el lector juzque por sí mismo un libro que no debe orillarse sin más.

Patricia Morodo

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