El autor de este ensayo, Philippe Chenaux, es catedrático de historia moderna y contemporánea de la Iglesia en la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Lateranense (Roma), donde dirige el Centro Studi e Ricerche sul Concilio Vaticano II. Es también miembro del Pontificio Comité de Ciencias Históricas. Entre sus numerosas publicaciones destacan las biografías dedicadas a Pío XII y a Pablo VI.
El Concilio Vaticano II, que apareció en italiano en 2012, es un libro que podemos adscribir al género de síntesis histórica. Este carácter sintético se aprecia en la cantidad de información que aporta, con el mérito de no hacer árida ni pesada la lectura, sino de transmitir lo fundamental de una manera clara y ordenada.
El libro de Chenaux contiene algunas particularidades que le llevan a destacar por encima de obras semejantes. En primer lugar, el arco temporal que abarca. Frente a las historias tradicionales, que relatan los cuatro años conciliares o que a lo sumo se remontan a los años preparatorios (a partir de 1959), el ensayo del historiador suizo entra directamente en el pontificado de Pío XII, planteando sobre la situación de la Iglesia bajo este pontífice tres interrogantes provocadores: ¿Una iglesia triunfante?; ¿Una iglesia omnisciente?; ¿Una iglesia asediada? Dentro de estos prolegómenos al Concilio, Chenaux dedica un generoso apartado a los distintos movimientos que anticipan y de alguna manera son el background del Concilio: se trata de los movimientos litúrgico, bíblico y patrístico, mariano, ecuménico y del apostolado seglar.
Por el otro lado del arco temporal, el autor se mete de lleno en las consecuencias del Concilio. En primer lugar examina las reformas de Pablo VI en la liturgia y en la curia romana; y en segundo lugar afronta el espinoso y poco trabajado tema de la crisis postconciliar, poniendo en evidencia cuatro crisis: la de la fe, la del magisterio, la del clero y la del laicado organizado.
En cuanto al Concilio en sí, me atrevo a destacar que el autor se permite obviar los documentos menores para centrarse en los debates principales (colegialidad, fuentes de la Revelación, relaciones Iglesia-mundo, libertad religiosa) apoyándose en la inspirada intuición de Suenens sobre la Ecclesia ad intra y ad extra. Además, la categoría del diálogo –tan cercana a Pablo VI– le sirve como paraguas para albergar los temas del ecumenismo, las relaciones con los judíos y, finalmente, el comunismo.
Como aspecto novedoso, en el capítulo conclusivo se aborda la “historización” del Concilio, el trabajo sobre las fuentes, la vexata quaestio de la hermenéutica conciliar y los temas de estudio aún abiertos. El autor expone las diversas posturas de los historiadores sobre estos cuatro temas, aportando su visión personal y dialogando con esas tomas de posición.
En definitiva, una obra que sirve para coronar el cincuentenario del acontecimiento eclesial más importante del siglo XX, y que supone una visión de conjunto equilibrada, completa y accesible a todos los lectores.