Alfaguara. Madrid (1995). 427 págs. 2.000 ptas.
Esta novela transcurre durante la segunda mitad del siglo XVIII en la corte de los Borbones de Nápoles. El protagonista es el embajador de su Majestad Británica, un caballero impregnado del espíritu de la Ilustración, que combina su labor de diplomático con el estudio de los fenómenos volcánicos del Vesubio. Este impecable lord es sir William Hamilton, que al enviudar se deja seducir por la bella Emma, ex-amante de su sobrino. En su relación se interferirá el héroe de la época, el almirante Nelson.
La autora se ha basado lejanamente en algunos personajes reales para evocar el ambiente en que vivió la aristocracia europea de esa época. Su permanente atracción hacia temas psicosociales se ha dirigido en este caso a un período de cambios y revoluciones que es el antecedente básico del mundo actual. La ciencia, el progreso, la caída del Antiguo Régimen, la nueva sociedad implantada por el imperio napoleónico, la progresiva degradación de la cultura cristiana son fenómenos que cobran vida en el triángulo amoroso Emma-Hamilton-Nelson, para dar lugar a una trama argumental extensa y compleja. A ritmo lento pero bien medido, con serena frialdad, se desgrana el proceso evolutivo paralelo del siglo y de los personajes.
La elegante placidez del estilo, en su hábil alternancia de formas narrativas y descriptivas, y las continuas referencias históricas, políticas y culturales hacen interesante el curso de esta novela. Interesante, pero nada fácil de seguir, ya que su alto grado de intelectualización exige un lector bien cultivado. El desmantelamiento de la tradición secular europea se contempla con distante curiosidad irónica, como si en su legado estuviera sólo compuesto de frivolidad, egoísmo e injusticia.
Pilar de Cecilia